En República Dominicana, específicamente en los campos, existe gran riqueza histórica al momento de socializar los nombres pintorescos de muchos pueblos. Muy rara vez la asignación del nombre de un sector se debe a un acuerdo grupal o algún consenso premeditado.
Al escuchar un nombre curioso las personas se ven motivadas a preguntar por qué le llaman así.
Muchos de esos apodos se deben a algún personaje y otros a construcciones populares como: Puncha Maquito, Cagatrillo, Pacho Pegao, La Paja, Hoyo de Oro, Rincón Moreno, Juancho, La Otra Banda o “El Pescozón”.
Este último, ubicado en el Distrito Municipal de Angelina, provincia Sánchez Ramírez.
El Pescozón es un proyecto de reforma agraria, diseñado para 300 parceleros en uno de los gobiernos de Joaquín Balaguer.
“Allá en Angelina frente a la Aviación, ahí fue la Rubia llevó el pescozón. Allá frente a la aviación fue que llevó el pescozón”, así dice el estribillo de la canción “El Pescozón” escrita y tocada a son de acordeón por Demetrio González en honor al evento que motivó el nombre de ese sector.
Así la entonaba Santiago Sánchez Espinal, don Chago, quien asegura estuvo presente el día del pescozón y nos relata la historia.
El golpe de gracia. Cuando se estaba instalando la tribuna donde se celebraría el acto de entrega de llaves y títulos, llegó el parcelero Papito Morillo, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y a su encuentro le salió Lidia Monegro, conocida como “La Rubia”y descrita por todos los consultados como “caliesa del gobierno colorao”. (Calié o caliesa les llamaban a las personas que delataban a los contrarios al régimen de Trujillo).
“La Rubia le dijo a Papito que se retirara del lugar porque eso no era para comunistas, a lo que Morillo le respondió, que él podía ser comunista, pero no asesino ni ladrón como ella y Balaguer, y le dio un pescozón que la dejó tirada en el suelo”.
Ese día “La Rubia estaba vestida de colorao, de pies a cabeza, hasta las uñas las traía colora´”, cuenta don Chago, quien coincide con algunos de los entrevistados.
Como era de esperarse la policía se los llevó a ambos presos, “pero la rubia quedó en libertad con solo hacer una llamada ya que tenía mucha influencia por ser una líder política”, Papito en cambio, quedó preso por cinco días, a pesar de que ya había ganado las elecciones el presidente del PRD, Antonio Guzmán.
Según evoca don Chago, el día de la inauguración y mucho tiempo después solo se hablaba de “El Pescozón” que Papito le había dado a la Rubia, pero aún falta algo.
Otros percances. “Despojaron a muchas personas de sus casas a punta de pistola, apoyados en el color de la ropa”, recordaba don Chago, mientras su mirada parecía remontarse a 38 años atrás y su rostro se entristecía como si estuviera viviendo aquel momento otra vez.
“Pero después llegó la felicidad para esos parceleros, se hizo justicia”. Al tomar el mando el presidente don Antonio Guzmán ordenó a una comitiva que realizara un censo casa por casa y quien no tuviera título a su nombre quedaba fuera en 24 horas y se les devolvieron las casas a sus verdaderos dueños.
Panorama. Cuenta don Chago que cuando le entregaron “los cajones todo estaba vacío”. Es decir, que le entregaron escuela, pero no butacas, policlínica, pero no medicina, iglesia, pero no bancos, y así sucesivamente.
En la actualidad El Pescozón tiene Escuela y Liceo con La Jornada de Tanda Extendida, y grandes profesionales.
Sin embargo, no todo es bonito.
“A casi 40 años que tiene este barrio, El Pescozón esta igualito”, difiere doña Rosa residente en la casa número 70 de la calle tres, al momento que señala la zanja negra que se pasea por el frente de su casa y una enorme polvoreada nos cubría cada vez que el viento soplaba fuerte.
“Vea, aquí no hay agua, ni yo que tengo un pocito, porque la zanja me le pasa muy cerca y esa agua solo sirve para limpiar”, agrega al momento que tuerce los labios como si reflejara impotencia.
A cuatro décadas de inaugurado El Pescozón aún no cuenta con agua potable, “las calles están zanjeadas y polvorientas, esas carreteras están peor que un huacal de huevos y lo peor es que no se sabe si tendremos que esperar 40 años más”, lamenta Brunita Taveras, Yiya, quien conversaba con Rosa en el momento de las declaraciones.
¿Por qué estando “El Pescozón” relativamente cerca del segundo río más caudaloso del país, El Yuna, y de la presa más grande de las Antillas, Hatillo, aun no tiene la problemática del agua solucionada a casi 40 años de fundado?
Así concluye la historia. “La Rubia” ocupó durante tres meses la casa número uno, pero lo hizo “por la fuerza del color”, no porque fuese dueña auténtica, así que cuando el presidente Guzmán ordenó el censo para identificar a los verdaderos dueños ella fue una de las que tuvo que abandonar el proyecto.
Ese día la comunidad la despidió con cántaras y aplausos y con vociferaciones indecorosas, sin embargo el parcelero Papito Morillo si fue afortunado con la casa número 28 de El Pescozón.
Paradójicamente, y quizás no tanto, así quedó bautizado el barrio Padre Fantino con “El Pescozón”, y desde entonces sólo quienes se interesan por conocer la historia saben que existe otro nombre.