Nombres y Frases según el oficio

Nombres y Frases según el oficio

Al lado de mi casa, en el barrio capitaleño de San Miguel, tenía su taller un mecánico pintor y desabollador de automóviles. El esforzado trabajador usaba con frecuencia palabras y frases alusivas a su oficio.  Los ojos de las personas eran cilibines, la dentadura era una caja de velocidad, y cualquier magulladura o contusión en sus extremidades era descrita como un golpe de biela.

Aficionado a la ingesta de ron criollo, decía que cuando lo hacía no podía parar porque tenía un desperfecto en las zapatillas de los frenos.

En una ocasión en que llevó al taller su vehículo una señora que “pestañaba” con excesiva frecuencia, me dijo cuando esta se marchó:

-Esa tipa me tenía nervioso con su cambio de luces.

Mi padre tuvo un negocio de lavandería, y uno de los fogoneros, refiriéndose a una muchacha super coqueta, dijo que “tenía los fundillos más calientes que una caldera de leña”.

Ante el paso de una fémina de cuerpo generoso de curvas, un agente policial manifestó: “eso es lo que se llama una macana de mujer”.

Un abogado amigo, fastidiado por que una mujer con la que salió a cenar una noche rechazó sus intentos de darle mano muerta, se quejó diciendo  que “esa caraja no me dejó concluir  al fondo en su tribunal anatómico”.

Una amiga le dijo la noche de sus bodas a una dirigente izquierdista que esperaba que tanto en su relación conyugal, como en el país se produjeran muchas movilizaciones de masas.

Las personas cuyo oficio es el picotear, el pedir, cuando se refieren a un hombre tacaño afirman que “ese ni da, ni dice donde hay”.

No es necesario explicar que lo dicen porque  el tipo se niega  a mojarles las manos con líquido metálico, que es lo mismo que destacar que no tiene nada de pendejo.

Un amigo piloto de una compañía aérea, calificó de “pintar de aterrizaje” a una mujer que había tenido relaciones amorosas con dos colegas de la misma institución.

El propietario de un colmado, fracasado pretendiente de una clienta que se casó con un español, expresó su queja diciendo que era lamentable que la joven “no prefiriera consumir un producto de su tierra”.

El frustrado galán calificó la acción de su amada “carencia de un nacionalismo amoroso”.

Me contaron  que un industrial en su matrimonio tuvo cinco hijas, se autocalificó de “fabricante de producto para caballeros”. 

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