Normalidad regresa poco a poco

Normalidad regresa poco a poco

CONSTITUCION.  AFP.  Semáforos que vuelven a mostrar sus luces, un hombre que habla desde una cabina telefónica, comerciantes que despliegan sus puestos de frutas y legumbres son varios de los signos de un lento regreso a la normalidad en la costa chilena, seis días después de un sismo y un tsunami.

 En Constitución, 300 km al sur de Santiago, la multitud se afana frente a una carpa del organismo encargado de pagar las prestaciones sociales, cuyos locales se derrumbaron.

«La gente de la tercera edad y las personas con pocos recursos hacen cola para cobrar su pensión», explica Olga Villarreal, 37 años, una mujer que sostiene a sus tres hijos vigilando los autos que estacionan en la calle.

«Supuestamente tenían que abrir a las 10, pero son las 11 y media y no hay nadie. ¡Es una vergüenza!», se indigna.

Ese retraso simboliza bien la lentitud del arranque de la actividad en esta ciudad de 60,000 habitantes, en que las morgue ha censado 86 cadáveres y donde un tercio de la población perdió todo en la catástrofe.

Al lado de esa multitud, un militar telefonea desde una cabina y los autos tienen que detenerse frente al rojo del semáforo pero la mayoría de la parte baja de la ciudad no tiene electricidad y las comunicaciones están complicadas.  El agua no corre por los grifos, pero hay los camiones-cisterna que recorren la ciudad. Muchos se contentan con las raciones alimentarias que envió el gobierno aún si ya las tiendas reabren. En algunas calles las bolsas para la compra reemplazan las cajas de la ayuda.  Diez kilómetros más lejos familias habitan todavía bajo las carpas al lado de la carretera.  «Las casas están inestables. Intentamos volver el otro día pero hubo una nueva alarma de tsunami y nos quedamos atrapados; no había salida para ir al cerro», cuenta Francisco Morales, un trabajador forestal de 35 años que está acompañado por su esposa y dos hijos.  «Recibimos sólo ayuda de particulares, nada de la municipalidad”, dijo.

Zoom

Curan con terror

Una semana después del fuerte sismo que sacudió el centro y sur de Chile, los empleados del hospital regional de Talca, severamente dañado por el temblor, intentan atender a pacientes con ataques de nervios, al tiempo que deben enfrentar su propio miedo.

El hospital, un laberíntico edificio de tres pisos, fue construido a fines del siglo XIX y estaba destinado a la demolición en los próximos años.  El sismo del 27 de febrero ya logró gran parte.

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