Norys Sánchez – Lo que no le perdono a Hipólito

Norys Sánchez – Lo que no le perdono a Hipólito

Es casi inevitable en estos días escaparse del tema de la política. El otro día una amiga citaba lo único que no le perdonaba al presidente Hipólito Mejía: «Es que me haya hecho olvidar mi rechazo a Leonel Fernández y al PLD».

Pero, al seguir su relato, pude ver que son muchas otras cosas las que mi amiga no le perdona a Hipólito: haber tenido ella que bajar considerablemente su nivel de vida como consecuencia del mal manejo que de la situación económica han llevado las actuales autoridades.

La amiga en cuestión ha tenido que mudarse del sector donde residía, procurando otro de menor rango; los hijos tuvo que transferirlos a un colegio menos costoso, consultar médicos que tengan cobertura en su seguro de salud; recurrir a medicamentos genéricos, eliminar la tradición de almorzar fuera los domingos, despachar la doméstica del servicio, regalar sus dos perros por no poderlos mantener, no encender los aires acondicionados a ninguna hora del día ni de la noche y aún así «los ingresos no me alcanzan».

Y hablo de una joven, madre de dos hijos, que afortunadamente cuenta con un buen empleo y comparte con su esposo la responsabilidad económica del hogar.

Una persona que podría considerase afortunada porque no tiene deudas y aunque ella y su marido trabajan el doble que hace cuatro años atrás sus ingresos le rinden menos que entonces.

Recuerda cuando otrora criticaba la política económica del PLD, sin embargo esa política que tanto atacó le permitía a ella y a su familia viajar al extranjero al menos una vez al año, sus hijos asistían a un colegio bilingüe, todos dormían con los aires acondicionados encendidos, almorzaban fuera los domingos y una vez al mes se iban de fin de semana aun complejo turístico del Este.

Esta amiga labora en el sector privado desde hace más de 15 años tiempo en el cual ha sido promovida varias veces y percibido aumentos salariales significativos. Igual que su esposo.

Aún así ha tenido que bajar su nivel de vida, trabajando el doblo incluso porque sus nuevas responsabilidades les demandan más de su tiempo.

Aún así con lo que ambos devengan se les hace muy cuesta arriba pagar la factura de la luz -que nunca les llega- cubrir los gastos del súper-aún habiendo eliminado todos los caprichos incluso los quesos y embutidos a los que ya estaban acostumbrados, hasta los cereales tipo «corn flakes».

Y a esto se le agrega tener que realizar junto a su esposo e hijos todas las tareas del hogar por haber tenido que prescindir de la doméstica quien llevaba con ella laborando más de siete años. Entre el sueldo que tenía que darle y los alimentos que consumía se vio frente a una triste realidad: despacharla con «dolor de su alma».

Y como esta amiga hay tantas más que de no haberle importado nunca la política y de no haberle interesado nunca los problemas de partido político alguno, ha pasado a contar cada día que transcurre antes del próximo 16 de mayo para ir a las urnas a votar que Hipólito no gobierne ni un segundo más.

Esperanzada la amiga en poder sino volver a su anterior estilo de vida, al menos no bajar aún más.

Esperanzada junto a su esposo que sus hijos puedan retomar la educación bilingüe que tanto anhelan, no importándoles renunciar a la tradición de ir a almorzar fuera, de viajar al exterior ni volver a las playas del Este, eso no es lo que les preocupa, dice, lo que le preocupa es ver cómo cada día que pasa la calidad de vida de ella y de los suyos (y de todos los dominicanos) se va empobreciendo.

Mi amiga no le perdona a Hipólito que la haya hecho ver a Leonel Fernández como la única salvación de una nación que se hunde cada día más. Desde el valor de la vida humana no importa. Donde el atropello y la corrupción están a la orden del día. Donde el descalabro de las instituciones es el pan nuestro de cada día. Donde el valor de la vida humana no importa. Donde el atropello y la corrupción están a la orden del día. Donde el descalabro de las instituciones es el pan nuestro de cada día.

Ahora ella -como muchos- ve en Leonel a un gobernante sosegado y coherente, que ha sido capaz de mantener a una militancia disciplinada y unida donde las apetencias personales y los intereses políticos han sido dejados a un lado en aras de lograr la unión, imprescindible para poder alcanzar el triunfo en el próximo torneo electoral, aún con una Junta Central Electoral cuestionada en parte.

Y concluye la amiga diciendo que de seguir Hipólito en el poder entonces que Dios nos encuentre a todos confesados.

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