¿Nos amenazan las ondas de comunicación?

¿Nos amenazan las ondas de comunicación?

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
En medio de la batalla por el dominio del mercado las empresas de comunicación someten a la población a un fuego cruzado invisible, pero que aparentemente está causando graves daños cuanto más expuesto y «desarrollado» se está.

Y no solamente las ondas de comunicación -principalmente las de las antenas y teléfonos móviles- sino todas las ondas electromagnéticas que se mueven actualmente en todo nuestro derredor dada la permanente compañía de equipos de televisión, radio, comunicación, calentadores, cocinas e iluminación.

Lamentablemente, el incremento del uso de artefactos activados por ondas electromagnéticas va mucho más rápido que las investigaciones que se realizan en torno a sus efectos colaterales en la salud humana y animal. Por esa razón, no se tienen todavía conclusiones precisas en relación con esos efectos. Y por otro lado, las compañías de comunicación mantienen por su lado un flujo de información permanente minimizando los posibles efectos nocivos en la salud, lo que junto al ímpetu consumista de la gente tiende a crear un círculo de inobservancia de las sugerencias de prevención que se difunden para evitar los posibles daños de las ondas electromagnéticas, principalmente las de los teléfonos móviles.

«En realidad -dice una publicación de «Teltarifas.com», una entidad de España- estamos expuestos en diferentes grados a campos electromagnéticos, debido a la gran variedad de sistemas de generación y transmisión de energía: electricidad, radio, televisión, electrodomésticos, etc. Pero la preocupación de los usuarios ha saltado con la telefonía móvil, ya que sus antenas se multiplican por los barrios, instalándose en las azoteas de los inmuebles, de modo que la cercanía a las viviendas es total».

Realmente esa información trata de restar nocividad al teléfono celular, pasando el peligro a la colocación física de las antenas, que en verdad también comienzan a representar un problema estructural y estético en las ciudades donde se instalan en gran profusión.

Objetivamente el mayor problema está planteado por la falta de acuerdo entre los científicos sobre cuáles son los niveles del electromagnetismo perjudiciales a la salud, sea ésta en la exposición residencial a las ondas de una antena de telefonía móvil o de los teléfonos celulares en sí. Lo que es seguro es el consenso de que no ha sido demostrado que la exposición a estas ondas sea absolutamente segura. Es decir, nadie garantiza una total inmunidad a la exposición de las ondas de los celulares; nadie garantiza que estas ondas no son nocivas.

El hecho de no poseerse certeza científica sobre la inocuidad de las ondas que activan los teléfonos celulares dispersadas en todo el entorno humano (y natural por extensión), trae la cuestión a la problemática medioambiental. Incluso entraría este hecho al listado de prohibiciones que establecen las leyes sobre medioambiente en todo el mundo, incluyendo la Ley General sobre Medio ambiente y Recursos Naturales de la República Dominicana (64-00), que prohibe determinadas acciones que por la carencia de certeza científica en relación con sus efectos -benéficos o nocivos- no son permitidas.

Efectos de las ondas electromagnéticas

Una antena instalada en la azotea de un edificio cubre una zona determinada, y envía y recibe señales de todos los teléfonos móviles que se desplazan por su zona. Estas señales que recibe y emite se denominan ondas electromagnéticas. Estas ondas no se ven, no se huelen, son invisibles, y se desplazan por el espacio sin necesidad de cable ni soporte material alguno. Estas ondas son absorbidas fácilmente por el cuerpo humano, en el que producen unos determinados efectos biológicos.

En 1992 David Reynard llamó la atención del mundo de la comunicación celular cuando anunció en la televisión de Estados Unidos que el uso del teléfono móvil había causado un tumor cerebral de su esposa. Siendo los Estados Unidos el país de las demandas no iba a ser ésta una posibilidad a desperdiciar, por lo que la demanda contra las compañías de telefonía móvil no se hizo esperar.

No obstante, en 1995 la demanda interpuesta contra las compañías fue desestimada por falta de evidencia. Desde entonces, se han realizado numerosos estudios a lo largo de todo el mundo, con la intención de demostrar o refutar los efectos de los campos electromagnéticos sobre la salud humana. «Estos estudios han puesto un mayor énfasis en determinar la relación entre el cáncer y la exposición a las radiaciones electromagnéticas» (Puleva Salud, 2002).

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud ha aceptado la posibilidad de que las ondas electromagnéticas -y principalmente el uso de celulares- sean causa de cáncer, aunque mantiene sus reservas a la espera de estudios más concluyentes.

Las antenas y su efecto físico

La colocación física de antenas para la comunicación celular ha encendido otro frente de lucha en algunas ciudades desarrolladas. La cuestión de las antenas que emiten ondas electromagnéticas de comunicación ha motivado incluso la organización de comunidades citadinas que buscan, entre otras cosas, legislar para establecer en qué lugares no pueden haber antenas, establecer tarifas de pago suficientemente compensatorias en las viviendas donde se instalen, y la creación de normativas muy especiales para la regulación de las antenas.

Los efectos que se pueden producir en un edificio por la instalación de una antena de telefonía móvil van desde el peso de la estructura que se pretende instalar, hasta la ruptura social entre núcleos ciudadanos.

El peso de las antenas que suele ser de varias toneladas, ya que no solo se instala la antena en sí, sino también casetas con distintos equipos. Las comunidades organizadas sugieren que los propietarios de edificios donde se coloquen se informen bien sobre el peso que se va a instalar en la azotea, y el lugar de apoyo del mismo. Si es necesario, debería solicitarse un informe a un arquitecto o técnico independiente de la compañía instaladora o de comunicación.

«En algunas ciudades -según informa la Red Eurosur de Comunicación- la mayoría de los Ayuntamientos que actualmente han regulado la instalación de antenas de telefonía móvil en sus municipios han establecido que las infracciones que se cometan contra la normativa de instalación y conservación serán responsables solidarios, la empresa instaladora y el propietario o comunidad de propietarios del edificio o terreno en que se ubique la antena».

Advertencias sobre el celular y las ondas

Son varios los efectos documentados que prueban que las ondas electromagnéticas alteran el funcionamiento normal de ciertas partes de nuestro organismo:

Sube la presión sanguínea: Hay algunos estudios que demuestran un incremento de 5-10 mm de Hg en la presión sanguínea tras la utilización durante 35 minutos de un teléfono celular GSM de 2 watios. Pero según los especialistas, un incremento de este nivel, no tiene consecuencias conocidas sobre la salud.

La oreja, el oído y el cerebro se calientan: está demostrado científicamente que aumenta la temperatura del cerebro en una décima, pero no hay acuerdo en el proceso que genera el calor. Puede producirse por la absorción de las microondas o por el propio funcionamiento del aparato. Sin embargo en cuanto se aleja la antena de la cabeza, la potencia disminuye sensiblemente, y también la sensación de calor. De modo si al hablar por teléfono inclinamos el terminal para que la antena se mantenga separada de la cabeza a una distancia de dos o tres centímetros de la cabeza, los actuales teléfonos cumplen la normativa de seguridad en este sentido. De todas formas los fabricantes de móviles trabajan en nuevos diseños que dispongan de la antena separada de la cabeza.

Cambios en el encefalograma: se han practicado análisis de encefalograma a usuarios, mientras mantenían el móvil conectado, y se han apreciado ciertas modificaciones. En realidad, estos resultados no dan razones para alarmarse, pero proporcionan una pauta a los científicos para que profundicen en sus estudios.

Se aconseja:

Colocar la antena del móvil, foco de las radiaciones, lo más separada posible del cerebro y de la oreja (de uno a dos centímetros). Son recomendables los teléfonos con antenas extensibles, ya que son más fáciles de separar de la cabeza.

No acercar el celular a los tejidos blandos del cuerpo. Hay que tener especial cuidado con los ojos, un órgano muy sensible que tiene un gran contenido acuoso.

No guardar ni colgar el móvil cerca de los órganos genitales, especialmente los hombres, ya que los testículos son muy sensibles a los aumentos de temperatura. Tampoco conviene guardarlo cerca del corazón.

Desconectar el teléfono durante las horas de sueño y reducir en lo posible el tiempo de uso cotidiano. Como norma general, la duración de las llamadas no debería exceder de los tres minutos.

No dejar que los niños manipulen o utilicen el teléfono móvil ya que sus cerebros son más vulnerables a la radiación que los de los adultos.

No hablar por teléfono móvil cerca de una pared. Un obstáculo cercano como una pared puede aumentar hasta un 50% la potencia necesaria para establecer una comunicación.

No usarlo dentro de un vehículo. Para los conductores está prohibido. En el caso del copiloto, la carrocería metálica del coche absorbe la señal haciéndola más difícil de recibir para el aparato, con lo cual la onda ha de ser más fuerte para mantener la conexión.

Los «free hands» actúan de prolongador de la antena, afectando aún más al cuerpo, aunque hay quienes piensan que soluciona todos los problemas de las radiaciones. En el tema de los «free hands» no hay por lo tanto unanimidad de criterios. Organismos internacionales han advertido de que su utilización durante la conducción es igualmente peligrosa. El hecho de mantener una conversación a través de auriculares, resta la atención y la capacidad de concentración necesarias que el conductor debe mantener en la carretera.

Las radiaciones de los teléfonos pueden producir interferencias con otros equipos electrónicos como ordenadores, dispositivos de aviones, hospitales e incluso en el abs de los coches. Está prohibido utilizar celular en el avión y en el hospital así como al conducir un coche. El copiloto debe evitar en lo posible hacer uso del celular en el automóvil.

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