Nos debe doler Venezuela

Nos debe doler Venezuela

Venezuela no es solo el territorio que nos otorga su petróleo a precio “de solidaridad”. Tampoco debemos recordarla como la nación que siempre tuvo para el dominicano sus fronteras siempre abiertas.
Venezuela no es solo el “Alma Llanera” que nos contagiaba con sus acordes, al despuntar el alba a finales de los años 60.
Esta patria de Duarte guarda con perenne agradecimiento la solidaridad siempre dispuesta de los venezolanos, cuando el látigo de la tiranía trujillista azotaba el cuerpo indefenso de la población.
El ilustre venezolano Rómulo Betancourt nos tendió su mano solidaria, firme y desinteresada, cuando la nación dominicana más la necesitó en sus días de incertidumbre y desesperanza.
La patria de Simón Bolívar encara hoy una de sus etapas más difíciles, por la incomprensión de una generación de políticos que se resiste al libre juego de las ideas, empecinados en imponer rígidos controles a la democracia, y dar al traste con el nivel de vida que había logrado Venezuela.
La escasez de productos básicos afecta a muchas familias, y la violencia se ha constituido en vía de escape, en un intento por revertir esa incómoda situación.
Lo de Venezuela hoy podría entenderse como un hecho más de las convulsiones sociales que sacuden a gran parte de Latinoamérica. Pero no es tan simple.
Las iniciativas que han tomado líderes de organismos regionales, para procurar un entendimiento entre los bandos en pugna, son auspiciosas, y es de confiar en que desemboquen en un feliz acuerdo.
Venezuela necesita recobrar la estabilidad que le devuelva sosiego a su gente, a un pueblo solidario, hermanado con nuestra tierra duartiana.

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