Nos jugamos el destino del país

Nos jugamos el destino del país

Para enfrentar con éxito esta crisis las próximas autoridades deberán surgir de la expresión mayoritaria, en comicios ejemplares, sin cuestionamientos, preferentemente sin alianzas acomodaticias de una segunda vuelta unificadora de partidos que individualmente carecen de la mayoría.

«En las próximas elecciones la población se estará jugando el destino del país» sentenció el pasado domingo el Cardenal López Rodríguez y cuanta sabiduría en sus palabras pues el votante concurre a ejercer su derecho en medio de la más grave crisis económica que haya acontecido en esta República, aún peor a la crisis de la deuda en los tiempos de Lilis o la quiebra de los productores del Cibao debido a las emisiones monetarias en tiempos de Báez.

Los registros macroeconómicos de los últimos 24 meses son elocuentes: Inflación acumulada de 77%, aumento de la tasa de cambio en 182%; cifras que se han manifestado en una triplicación en los precios de los combustibles, las medicinas, los alimentos, en una reducción en 20% del PBI per cápita y aumento de la pobreza entre 16 y 20% de acuerdo a informaciones provenientes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Lo peor de todo es que todos esos efectos perniciosos, ese descenso en el ingreso real y la calidad de vida de las mayorías no han concluido, porque esta crisis simplemente se encuentra congelada por efecto del acuerdo stand by con el Fondo Monetario Internacional y las expectativas generadas por el proceso electoral.

La crisis financiera del gobierno esta intacta, expresada numéricamente en RD$109 mil millones de inorgánicos (al 27 de abril) neutralizados parcialmente con RD$80,510 millones de certificados del Banco Central generadores cada mes de tres mil millones de inorgánicos que deben ser neutralizados con nuevas emisiones de estos instrumentos.

La crisis financiera del gobierno también se manifiesta en deudas con el sector eléctrico por un monto cercano a los RD$20 mil millones de pesos y una administración pública sobre las distribuidoras que cada día cobra menos, agravando la situación financiera del sector, condenado a colapsar en las próximas semanas si el Banco Mundial no aporta otro préstamo puente para comprar combustibles a las generadoras.

Crisis financiera materializada en una deuda pública externa que aumentó desde el 19% del PIB desde el año 2000 hasta el 25.% en el 2004 y una deuda pública total incrementada desde un 22% del PIB hasta el 54.4%, lo cual limitará a la próxima administración en vista de los topes al endeudamiento acordado con el FMI y el compromiso de reducir en el 2008 la deuda pública total hasta un nivel cercano al 40% del PIB.

Crisis financiera que ha pospuesto la aplicación de todas las fases de la seguridad social, que ha deteriorado el sistema de salud, la educación pública, las posibilidades de invertir los recursos imprescindibles en infraestructura y ha incrementado el pasivo social.

Para enfrentar con éxito esta crisis las próximas autoridades deberán surgir de la expresión mayoritaria, en comicios ejemplares, sin cuestionamientos, preferentemente sin alianzas acomodaticias de una segunda vuelta unificadora de partidos que individualmente carecen de la mayoría.

Ese respaldo popular, sinónimo de confianza, podría inicialmente contribuir a torcer las expectativas devaluatorias, frenar la fuga de capitales, lo cual permitiría mejorar la situación de la balanza de pagos y estimular descensos importantes en la tasa de cambio; pero esa confianza se erosionaría en corto tiempo si el próximo presidente no reúne las condiciones de capacidad, concertación, persuasión para imponer las soluciones, algunas de indudable costo político, así como disponer de una visión global de futuro y de nación más allá de este episodio grave, pero coyuntural, que jamás debió adquirir las presentes magnitudes.

Porque todo el continente fue afectado por un schock externo, algunas naciones como Argentina llegaron al extremo de congelar los depósitos bancarios, otros países como Uruguay vieron desplomarse a los dos principales bancos, sin embargo, todas esas economías se han recuperado y están creciendo a excepción de la República Dominicana, por un pésimo manejo gerencial de los choques externos e internos.

El próximo 16 de mayo los ciudadanos y las ciudadanas ejerciendo su derecho se harán dueños de su destino y depositando el voto estarán jugando el destino del país, pues por un camino se va a la superación de la crisis y el retorno a los tiempos del crecimiento con estabilidad, mientras por el otro marchamos hacia el agravamiento de la situación presente y quizás al colapso financiero e institucional.

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