Nostalgia navideña, el tío Fernando Silié

Nostalgia navideña, el tío Fernando Silié

El talentoso intelectual y gran amigo, el poeta Tony Raful, en su columna del hermano periódico Listín Diario, cuando escribe de “filosofía poetizada” su grácil pluma se crece y nos entusiasma con ardimiento, llevándonos a la melancolía de tiempos idos, máxime a los “muchachos” de mi generación. Nos pasa a todos, que estas brisitas frescas nos invitan a pasar balance de este año que se ha ido tan rápido como la vida misma, como un verdadero soplo. En su columna del 4 de noviembre pasado, trató el tema de dos grandes, Sartre y Camus, relacionándolos con la guerra de abril de 1965, señaló: “Nosotros salimos de la guerra que había interrumpido nuestros paseos frente al mar, las familiares fiestas, los cinemógrafos, la escuela, las novias, los versos al desgaire, los desafíos de pelota, las giras a la playa, las misas los domingos en las mañanas”.

Lo que dijo el poeta Tony Raful es mi verdad y la de él, es nuestra verdad, una verdad generacional. Pasamos de lampiños adolecentes soñadores a hacernos “hombres”, las circunstancias nos transitaron a adultos abruptamente sin nosotros querer, desde una mocedad feliz en la que vivíamos todo lo que señala el poeta. Brutalmente conocimos las balas, los heridos, los muertos, los abandonados cuerpos putrefactos, los mutilados, vimos caer a queridos amigos a nuestro lado, se nos fueron los afectos tiernos, eran entonces los tiempos de la descarnada guerra y conocimos abruptamente el dolor y la feroz despedida, que forma tan cruel de “madurar”.

Leíamos entonces con fruición y seguíamos a Camus y a Sartre, eran los años de nuestra rebeldía juvenil del bachillerato, cuando todos “soñábamos” en esos meses de la post guerra de abril. Hoy permítanme hacer un justo homenaje póstumo. Cada domingo, en los años previos a la revolución de abril, el Dr. Fernando Arturo Silié Gatón, nuestro tío más querido, el abogado brillante, graduado con los máximos honores, nos iba a buscar a la casa a mis hermanos y a mí para juntos ir a misa cada domingo. De un abrupto sobresalto, el muy querido tío Fernando no vino un domingo y todo cambió. El tío, colosalmente valiente lo dejó todo, se fue con los constucionalistas del inmenso Caamaño a la ciudad intramuros a defender la causa bochista, se fue a la guerra armado de su fusil, ya no podía venir a buscar a sus queridos sobrinos, en su muy cómodo carro Pontiac verde para ir a misa como cada domingo.

Con 60 años de abnegado magisterio, el haber fundado el instituto comercial “Renacimiento” el más prestigioso en ese orden ejecutante de la capital, en ese mismo lugar se realizaban las primeras reuniones del PRD histórico, con su siempre amigo personal, don Juan Bosch. Cuando era juez, le negó valerosamente a Ramfis Trujillo el permiso para trasladar los héroes del 30 de Mayo desde La Victoria para matarlos. Esa misma noche, los paleros a él lo agredieron en su hogar y lo dejaron por muerto. Fue el primer Decano en la UASD de la Facultad de Economía del Movimiento Renovador, fue el ideólogo del Banco de los Trabajadores. Participó en la fundación de lo que son hoy Apec, la OyM y la UCE, etc. El tío Fernando configuró ideando y estableciendo muchas instituciones educativas y universitarias, además con varias obras escritas sobre el derecho. En el gobierno constitucionalista del coronel de abril, fue el Ministro de Educación, pero hoy su retrato no está en la galería de los pasados ministros, alegándose que él fue Ministro de un gobierno no electo (pero sí de espartanos) cuando en el Palacio Nacional están los retratos de presidentes de gobiernos temporales y cuestionados.

Ya lo dijo Benedetti, uno de mis grandes admirados en su obra “Vivir adrede”, en el capítulo 13, Ecos y Ecos: “Los ecos de ayer y de anteayer quedaron solos, sin los sonidos opacos y las voces abiertas, luego amortajadas, que los colocaron en el aire limpio. Sobreviven al pasado, son copias fidedignas pero sirven poco, porque no palpitan, no son continuaciones sino trazos lineales del tiempo, imitaciones de lo inimitable porque su sentido real, único, original, quedó allá lejos, en el silencio del olvido”.

Este “eco” nuestro de hoy, es solo para pedir justicia respetuosa a la historia. Don Fernando Silié Gatón, por méritos sobrados, debe estar en esa galería de los pasados ministros del Ministerio, se lo pide formalmente toda la familia al Ministro de Educación, al buen amigo Carlos Amarante Baret. El ciclópeo tío, con su existencia terrenal tan fecunda y su gran ejemplo de vida digna, nos legó a la familia Silié y a la sociedad toda, aquello de: Potius mori quam foedari, ¡Antes morir que deshonrarme!

 

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