Nostradamus habló de una pequeña plantita

Nostradamus habló de una pequeña plantita

Miguel  de Nostradamus: Embaucador, adivino, profeta o charlatán, dijo una gran verdad. Él manifestó: “Una pequeña planta, una plantita destruirá un gran imperio”.

Y enseguida voy a hacer uso de una perogrullada. Y esto así, por aquel “Pero Grullo” que a la mano cerrada la llama a puño. En la República Dominicana, hasta el deletéreo 1965, no se usaban las malditas substancias llamadas drogas. Y los intrusos que sin llamarlos vinieron… ellos las trajeron.

Y necesario se hace recordar que en una reunión de mandatarios, un presidente de la República Oriental del Uruguay, manifestó lo siguiente: “No se hable aquí de las matitas que dan las drogas, ni de los que las cultivan, tampoco de los que las procesan o de los que las distribuyen. Que se hable de los que las consumen”.

Miguel de Nostradamus hace mucho que profetizó: “Una pequeña planta, una plantita destruirá  un gran imperio”.

El genial Napoleón sentenció: “China es un gigante dormido, dejémosle dormir”. Pasó el tiempo y algunas naciones la obligaron a abrir sus puertos y le metieron el opio. Y “facturaron”  para su beneficio un  tal “mariscal Chang-So-Ling”. Y ocurrió la terrible “Guerra del Opio”.

Pasó el tiempo y en 1949 Mao Tze Tun despertó al gigante dormido. Y ahora vigilantes, avizores y sin temores, existen mil trescientos millones de chinos, que ya tienen esos infernales artefactos que llevan por apellido diabólico el término “atómico”. Y algo vale decir que por culpa de una droga nació la palabra “asesino”.

El culpable fue el “Cannabi Indíco”, planta que suministra el “hachís”. Y al que caía bajo los efectos del “hachís” lo llamaban “hachichino”, que fue de donde nació el vocablo “asesino”.

Dicen que en México existe un hongo desquiciante y apabullador, nombrado el peyote. Y de ese hongo aseguran que los masticadores del mismo se sumergen en un profundo sueño, en que se oyen música jamás oída y se ven pinturas nunca contempladas en los grandes museos o famosas galerías. Gracias, gracias plenas, que por aquí no se han aclimatado  las matitas del dantesco “peyote”.

Y para terminar tenemos que recordar que la lucha que en África acometieron los cubanos internacionalistas. Y que dio pábulo al surgimiento de la “República de Namibia”. Esa lucha brava permitió al cubano Arnaldo Ochoa convertirse en un triunfal guerrero. El victorioso antillano se vio con las preseas y las galas del general Arnaldo Ochoa. Entonces “este general victorioso” se olvidó de sus laureles y quiso hacerse rico con el comercio de las malditas substancias. Entonces el ex-héroe de las contiendas bravas se hizo acreedor a un tribunal y las leyes de la revolución dictaminaron: ¡Fusilamiento! Porque en la tierra de Martí existe un rotundo ¡No!… para las drogas.

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