Los estudiosos han definido la popularidad como parte del capital social de un individuo. El concepto puede ser traducido a “operaciones de medición”, en base a una pregunta simple y directa, o más correctamente, a un índice o escala compuesta de una serie de preguntas o indicadores. En la encuesta Gallup-Hoy, cuya recolección de datos se realizó antes del veto presidencial de la ley que hacía parque nacional a Loma Miranda, los resultados presentan una aprobación del presidente de un 91%, la más alta que se recuerde sobre un Presidente. Conviene destacar que esa aprobación, que en el lenguaje periodístico se la llama “popularidad”, se basa solamente en una pregunta cerrada de solamente dos posibles respuestas: aprueba o desaprueba. Lo que equivale a algo así como preguntar si en la opinión del entrevistado, el Presidente, actúa bien o actúa mal, o como si se le preguntara a un maestro si un alumno pasa o no pasa de curso. Obsérvese, que no se está preguntando con qué nota pasa o se quema. Eso es objeto de otro tipo de pregunta o evaluación.
Se suele hacer una medición más detallada, según cada aspecto de la gestión administrativa del gobierno, es decir, en cada ministerio o área de gerenciación del Estado. Se podría pedir al entrevistado que le otorgue un puntaje del 1 al 100, por ejemplo, en Salud, Educación, Obras Públicas y demás. La nota en cada renglón se promediaría y se obtendría un Índice de Éxito de la gestión del presidente. Con una gran salvedad: como en la escuela, una nota altísima en deporte y cultura física, no debe tener el mismo peso que la de matemáticas, física o lenguaje. El que se quema en las materias primordiales repite el curso.
El presidente Medina es aprobado por el 90 % de los dominicanos adultos, y todos deberíamos saber por cuáles razones. La mayoría dicen ser simpatizantes del PLD, muchos no se percatan ni se interesan en sus fallas en la lucha contra la corrupción, y de sus limitados éxitos en la lucha contra la delincuencia, la pobreza; y no pocos lo ven como un hombre bueno y sincero. Metodológicamente es posible elaborar un índice o “composite” (válido y confiable) que indicase cuáles aspectos de la ejecución presidencial aportarían más a un índice de compuesto de éxito de gestión; mediante un análisis de regresión múltiple que indicase también cuánto pesa cada renglón de sus acciones ejecutivas, para diferentes tipos de ciudadanos, sobre el total. En una secuencia de años y períodos de gobierno, podemos determinar cuáles aspectos pesan más en el corto o el largo plazo. Se deben hacer estudios cualitativos para profundizar en las causas por las cuales algunas acciones carecen de los efectos esperados.
Estas mediciones no son solo para hacer noticias; son necesarias, especialmente, para medir la eficacia de la gestión gubernamental, de su estrategia de comunicación, y para la legitimación directa y permanente del Estado y del Gobierno, y para fortalecer el clima de paz pública que todos necesitamos.