Notable influencia personal

Notable influencia personal

HAMLET HERMANN
Del ingeniero Diandino Peña Crique admiro el valor personal y la habilidad para evadir los enfrentamientos directos con sus adversarios. Lo de la valentía acaba de demostrarlo cuando en rueda de prensa recordó «que le correspondió trabajar con el extinto Joaquín Balaguer por más de una década y que la vehemencia con que defiende el proyecto del metro obedece a que procede de la escuela del líder reformista».

No conforme con ese acto de fe, alegó «que si a Balaguer se le hubiera presentado el proyecto del metro, hace tiempo que la ciudad de Santo Domingo habría tenido ese medio de locomoción». Y tiene uno que ser valiente para justificarse desde el púlpito peledeísta buscando refugio en el estilo de quien fuera el sempiterno adversario de Juan Bosch.

Tan pronto leí esa crónica sentí como mi mente se aclaraba en relación con el avasallante tren subterráneo. Hasta entonces no entendía por qué Diandino había prestado oídos sordos a los reclamos de los más calificados urbanistas, arquitectos e ingenieros del país, quienes apenas reclaman más rigor profesional y técnico en una obra que tomaría muchos años realizar y, además, consumiría sumas exorbitantes de divisas que el país no tiene. Con esas valientes declaraciones lo comprendí todo.

Mi confusión tenía su origen en que, como el ingeniero Peña Crique es miembro prominente del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana, suponía que la filosofía que debía orientarlo en sus afanes constructivos sería la de Juan Bosch. Pero mi equivocación había sido total. Da la impresión de que el pensamiento de Balaguer ha desplazado al de Bosch entre algunos dirigentes peledeistas. Nadie puede olvidar que, en su momento, Juan Bosch fue de los más fervientes opositores a las devastaciones balagueristas, ya fueran estas en Samaná, en Villa Juana, en Villa Consuelo, en la «27», en la Kennedy o entre Villa Duarte y Los Tres Ojos. Tanto se opuso Bosch al estilo balaguerista de desalojo compulsivo y de construcciones sin rigor profesional que el PLD llegó a expulsar de sus filas a un ingeniero por el hecho de trabajar en las devastaciones de Villa Juana y Villa Consuelo bajo las órdenes de «Macorís».

Otro aspecto de mi confusión provenía del creer que durante sus gobiernos Balaguer había perseguido sin misericordia a todos los jóvenes dominicanos hasta obligarlos a actuar en defensa propia.

No obstante la profesión de fe balaguerista del ingeniero Peña Crique pienso que, aún cuando pensara y actuara como Balaguer, nunca habría podido gastar tanto dinero del erario ni practicar con tanta «vehemencia» sus afanes empresariales desde una institución pública si no tuviera el total respaldo del Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna. Fresca está en el recuerdo la noche del martes 17 de mayo de 2005 cuando el presidente Fernández acogió con cara de pocos amigos la opinión del Consejo Económico, Social e Institucional (CESI) en la que le recomendaba aplazar la construcción del tren subterráneo. Sin embargo, no habían pasado siquiera cuatro meses cuando el 11 de septiembre de 2005 la trascendencia del nombramiento del ingeniero Peña fue ampliada para dirigir el transporte en todo el territorio nacional. El dichoso metro surgiría entonces con más fuerza y con mayores gastos. Ya no serían nueve sino catorce los kilómetros a violentar y no serían tantos millones de dólares como antes sino el doble de esa cantidad.

Admito que no sé qué simpático atractivo, como diría José Martí de la tierra dominicana, ejerce el ingeniero Diandino Peña Crique sobre el presidente Leonel Fernández hasta el punto de llevarlo a apoyar algo que podría contribuir a cavar la fosa electoral del PLD. Influencia notable a pesar de la gran capacidad intelectual del Presidente y de los deseos de que su Partido mejore el desempeño en las próximas elecciones de medio término. Porque empezar una mega-obra sin saber cuánto costará ni cuánto tiempo durará en su ejecución, sólo porque Balaguer lo hacía así, implica un riesgo muy grande.

Confieso que la influencia que parece ejercer el ingeniero Peña Crique sobre el presidente Fernández ha sido muy pocas veces vista en la historia dominicana. Que yo recuerde, sólo Anselmo Paulino ejerció una gravitación parecida sobre Rafael Trujillo. No obstante, tampoco puedo olvidar cómo aquel funcionario trujillista llegó a creerse que tenía el poder real del país, lo cual lo llevó a una de las más grandes desgracias políticas que alguien pudo haber sufrido durante la tiranía de Trujillo.

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