Una gran cantidad de jóvenes se dio cita el pasado miércoles en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, para respaldar a un compañero, el percusionista dominicano Jean Carlo Ureña González, en su debut como solista, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Christopher Zimmerman.
La prometedora noche musical comenzó con el poema sinfónico Finlandia, de Jean Sibelius.
El sombrío primer tema sobrecoge, luego otros temas de variada naturaleza van surgiendo, la belleza melódica de marcado dramatismo del poema se hace solemne. El programa continúa con Preludio y fuga del dominicano Héctor Martínez Cabruja.
La inspirada composición presenta de entrada una breve frase musical que convierte el sujeto en un adagio hermoso, sentimental. La Fuga contrasta con el lirismo del preludio, cambia el ritmo y el carácter, en ambos hay gran riqueza musical.
No habíamos escuchado un concierto para marimba. Esta temporada sinfónica nos ha dado la oportunidad de disfrutar de una agradable experiencia sensorial, al incluir en su programación el concierto para marimba y orquesta del compositor brasileño Ney Rosauro, llevando como solista al joven dominicano Jean Carlo Ureña González.
Los aires brasileros se sienten durante el desarrollo de la pieza, el ritmo y la melodía contagian. La marimba expone el material temático, dialoga con la orquesta, otras veces sola, revela sus cualidades tímbricas y posibilita el lucimiento del solista.
Jean Carlo evidencia dominio de la técnica, potencial virtuosístico notable y manifiesta musicalidad. Su juventud y talento son sus aliados, aun siendo estudiante, su presentación fue verdaderamente profesional. La segunda parte del programa es un homenaje a Claude Debussy, inicia con su preludio La siesta de un fauno, compuesto para el poema de Mallarmé, con el que el compositor da el paso al impresionismo musical. El concierto finaliza con una de sus composiciones más famosa La Mer El mar, en la que más que narrar, Debussy esboza con breves pinceladas, el eterno juego de las olas y el coloquio permanente del viento y el mar.
La obra consta de tres partes. Del alba al mediodía en el mar del leve susurro al empezar el día pasa a un crescendo, las cuerdas evocan las olas y el arpa André Tarantiles, muestra el sol llegando al cenit.
En Juego de olas cuerdas y vientos recrean un momento lúdico la música languidece, finaliza con el sonido tenue de los platillos. En la tercera parte Diálogo del viento y el mar, dos fuerzas se baten, se produce un clímax paroxístico que termina con el golpe de timbal. Sacudidos por las olas y el viento, el público aplaude sobrecogido en el mejor momento de la orquesta guiada por Christopher Zimmerman.
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El director
Christopher Zimmerman
La dirección del maestro Christopher Zimmerman, procedente de los Estados Unidos, se deja sentir, clara, precisa. Una fuerte ovación fue tributada al director, al solista, quien complace con un encore preludio para cello de la suite de Bach, adaptado para marimba, que permite apreciar su versatilidad.