Notas autobiográficas de Cayetano Rodríguez

Notas autobiográficas de Cayetano Rodríguez

Cayetano Armando Rodríguez del Prado, en su impresionante libro “Notas Autobiográficas” reconstruye su vida, desde su dura infancia hasta su conversión en líder de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) y del Movimiento Popular Dominicano (MPD)

Escrupulosamente documentada, la obra de Cayetano Rodríguez, recién publicada en Santo Domingo por la editora Búho, recoge fieles informaciones de las actuaciones de los gobiernos que aquí se sucedieron desde el ajusticiamiento del sátrapa Rafael Leonidas Trujillo hasta el llamado de los “doce años” de Joaquín Balaguer, y las experiencias vividas por su autor en contacto con líderes mundiales  de la categoría de Fidel Castro, Mao Tse- Tung, Deng Xiaoping, entre otros. 

Cayé, como les llaman sus íntimos, narra capítulos de nuestra historia política reciente, presentándolos como relatos malditos, como vertederos de recuerdos sin enterrar.

En sus Notas Biográficas  Cayetano ordena la información más candente bajo la premisa de dejar al lector un espacio para conocer su vida política. Nos presenta un haz de vivencias, expuestas con sencillez y amenidad.  Por su humanidad, por el realismo y  pureza de sus evocaciones, y por el rigor y belleza de su prosa,  Las Notas Autográficas  de Cayetano Rodríguez constituyen un aporte absolutamente necesario para asomarse a una serie de facetas inéditas e ignoradas  sobre un período de nuestra historia todavía sin punto final.

Hijo del matrimonio de César Augusto Rodríguez Castellano y Carmen Mercedes del Prado Rodríguez y tataranieto de Cayetano Abad Rodríguez Tejera, prócer de la independencia dominicana, y del general Silverio del Prado, prohombre de la independencia de Cuba, Cayetano Armando Rodríguez del Prado cursó sus estudios básicos y medios en el Instituto Escuela, colegio privado de orientación hostosiana, gestado por educadores de reconocida filiación antitrujillista.

Cayetano a edad muy temprana,  se integró a la lucha contra la dictadura, por lo que fue encarcelado y sometido a vejámenes. En los años difíciles de los 50, cuando el régimen de Trujillo mostraba su mayor crueldad, personas como Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero,  Cayetano Rodríguez, y  otros encarnaron el coraje y la dignidad de una nación golpeada y atemorizada por la más implacable represión de los derechos y las libertades. 

Después del fracaso militar de la expedición del 14 de junio de 1959, dos dirigentes del Movimiento Popular Dominicano (MPD) decidieron ponerle fin a su largo exilio para trasladarse a la República Dominicana y encabezar desde aquí una lucha política contra el régimen de Trujillo. En efecto, el 4 de junio de 1960,  enarbolando la consigna  “lucha interna o Trujillo siempre” y sin ninguna garantía que los amparara, arribaron a Ciudad Trujillo procedente de La Habana Máximo Antonio López Molina y Andrés Marcelino Ramos Peguero.

Tan pronto pisaron suelo dominicano, ambos emprendieron la difícil tarea de organizar aquí un partido político de filiación socialista con miraS a desalojar del poder a Trujillo y a sus secuaces. Los emepedeístas se instalaron en una casa de concreto de dos plaNtas propiedad del señor Luis E. Lavandier, situada en la avenida José Trujillo Valdez (rebautizada luego con el nombre de Juan Pablo Duarte) número 12. Desde los balcones de esa casa, a través de altoparlantes, López Molina y Ramos Peguero se dirigían a los transeúntes que pasaban por ese lugar, incitándolos a unirse a la lucha política contra Trujillo.

En principio, fueron pocas las personas que se arriesgaban a detenerse frente al local del MPD o a pararse en sus cercanías para oír las alocuciones de los empedeístas. En la medida en que fueron pasando los días, la gente fue perdiendo el miedo y, en cuestión de semanas, los oyentes del nuevo evangelio llegaron a contarse por centenares. Fue a partir de la venida al país de Máximo López Molina y de Marcelino Ramos Peguero cuando las actividades antitrujillistas en el país adquirieron un carácter de masa.

El joven Cayetano Armando Rodríguez del Prado fue de los primeros en incorporarse al MPD. A sus apenas 20 años, Cayetano ha participado ya en decisivas intervenciones en la vida política del país y su nombre comienza a ser conocido. Buscado por los servicios de inteligencia de Trujillo, Cayetano decide entregarse a través de su tío el destacado historiador y hombre de letras Emilio Rodríguez Demorizi. Durante los meses en que permaneció en prisión, tiene el mismo trato dispensado a los presos políticos de la dictadura trujillista: desnudo todo el tiempo; sometimiento a crueles torturas; e impedido de leer periódicos, oír la radio, y  recibir visitas.

Cayetano Rodríguez del Prado en sus Notas Autobiográficas   narra cómo en su condición de proscrito sorbió en silencio la amargura de tener que pisar en varias ocasiones subrepticiamente la tierra que lo vio nacer  y pisarla como un fugitivo, como un apátrida:  “Tan pronto el avión se detuvo, las autoridades de migración subieron al avión y preguntaron con brusquedad quién era Cayetano Rodríguez, mientras un grupo de militares rodeaba la aeronave apuntando sus armas largas. Al verme en esas condiciones rompí mi pasaporte, para evitar que me deportaran de nuevo en el mismo avión, y dispersando los pedacitos de papel de lo que había sido mi valioso documento de viaje, les contesté  Soy yo  y me entregué a mis perseguidores ¨ . 

Algunos de sus antiguos camaradas pretendieron en ocasiones hundirlo en un abismo humillante de insidias.

La tarde del 22 de junio de 1960, apareció en los balcones de la casa nacional del MPD el joven Ramón Emilio Feliú para denunciar ante la opinión pública nacional e internacional las torturas a las que había sido sometido durante su cautiverio en la cárcel llamada la 40. Horas después, a dos cuadras de distancia del local del MPD,  el joven Feliú fue apresado por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y conducido de nuevo a prisión. Tan pronto se enteraron de su apresamiento, sus camaradas del MPD organizaron un piquete frente a la oficina del SIM, situada al lado del Palacio Nacional, demandando la libertad de éste. Pero, todo resultó inútil. Ramón Emilio Feliú fue asesinado el mismo día en que lo apresaron. 

Después de ése y otros acontecimientos, nuestro país  arrojaba un triste saldo y ofrecía al mundo el lamentable espectáculo de la represión trujillista llevada hasta las últimas consecuencias. A pesar de todo ello, el sacrificio de los emepedeísta estuvo  ya maduro y con las cárceles a rebosar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas