Noticia

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Quizás pueda parecer cruel decirlo de este modo, pero la frontera solo interesa cuando ocurren grandes tragedias en cualquiera de sus pueblos. Jimaní, por ejemplo, se convirtió en noticia durante mucho tiempo por el deslave que virtualmente lo borró del mapa.

A partir de entonces se practicó masivamente esa solidaridad altisonante y figurera que suele darse en momentos de desastre, y no es que pasemos por alto que, paralelamente, se hizo sentir la mano amiga que suele socorrer en silencio, huyendo del deslumbre del flash y el ojo de la cámara.

Ya Jimaní no es noticia pues, según parece, la gente de allí ha retornado a la «normalidad» que suele predominar en estos pueblos aislados y polvorientos, sin oportunidades para su gente, sumidos en el desempleo y la extrema pobreza.

Esa normalidad no es noticia por eso mismo, porque no es causa ni consecuencia oportunamente extraordinaria.

Esa pobreza, las enfermedades, la marginación y el desempleo, la insalubridad y sus efectos, la falta de medios de educación y otros males sociales son rutina que no llama la atención ni siquiera de quienes tienen el deber de revertirla, aún cuando todo sufrimiento humano debe ser, por fuerza, noticia relevante.

Pero hemos ido a parar a Jimaní a pesar de que el objetivo de nuestra atención es, al menos esta vez, Elías Piña, otro de los pueblos fronterizos víctimas de esa «rutina» que aniquila a su gente.

-II-

En esta comunidad falta el agua, y cuando suele haberla está llena de lodo y sedimentos, lo que la hace no apta para el consumo humano.

«Algo» que los habitantes de Elías Piña no logran identificar, y tampoco las autoridades sanitarias, está causando fiebres altas, particularmente entre los niños, malnutridos porque en la rutina que les ha tocado vivir no hay oportunidad de trabajo para sus padres.

No se sabe dónde estaban las autoridades de Elías Piña, que no habían percibido la insalubridad, la falta de agua, el desempleo y otras calamidades o, al menos, las conocían pero se plegaron a esa rutina.

El hecho es que, a juzgar por las evidencias, los pueblos fronterizos solo merecerían ser noticia cuando surge alguna calamidad, o cuando algún entrometido periodista decide dar la voz de alarma, antes de que, por ejemplo, la fiebre aniquile a niños y adultos.

Hace años se comenzó a construir un acueducto en Elías Piña y los trabajos fueron descontinuados sin ninguna explicación y no se han buscado alternativas para abastecer de agua ese poblado.

Se pretendería un aplazamiento de la sed o cualquier otro absurdo.

Varias organizaciones de esa provincia, con la iglesia católica a la cabeza, demandan que el Gobierno declare Elías Piña en situación de emergencia, por las causas que hemos citado y que corresponden a la rutina de vida de muchos de nuestros pueblos.

Esta demanda debería ser atendida con todas las consecuencias que implica un estado de emergencia.

Eso debería ser así, a menos que se prefiera esperar a que los efectos de la falta de agua, las fiebres y otras causas hagan que Elías Piña califique como noticia como, dicho sea de paso, ha ocurrido con el dengue, que mereció la poca relevancia de lo endémico hasta que se adueñó de las primeras planas.

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