Tomamos las noticias de la prensa internacional de un día cualquiera de la semana y encontramos lo siguiente: Canadá pierde 320 empleos en el sector manufacturero. FBI encuentra a Allen Stanford, quien cometió fraude por 8 mil millones de dólares. Subsidiarias de Stanford en América Latina salen al rescate de los depositantes. Burbuja del fraude comienza a explotar y nadie sabe a cuánto llegará el monto. FMI pronostica a la baja el crecimiento mundial con cifras negativas cercanas al 1%.

México pierde 490 empleos formales en un año. Japón en la peor crisis en 30 años con un PIB cayendo en 12%. Francia quiere desactivar bomba social asignando 2,700 millones de euros para enfrentar crisis. Sector automovilístico de Estados Unidos prácticamente en quiebra con posible pérdidas de 200 mil empleos. Alemania aprueba ley para nacionalizar bancos en problemas. La eurozona registró el peor déficit comercial de su historia alcanzando los 32 mil millones de euros. Inglaterra y Francia oficialmente en recesión.

Sesenta mil empresas cierran en una sola región de China. Toyota cierra con pérdidas de 3,800 millones de dólares, uniéndose a otro gran grupo de empresas en crisis.  Brasil en alerta máxima ante debacle de los mercados y la caída de un 12% en su producción industrial generando pérdidas de 500 mil empleos.

 El Dow se hunde cada día. Seiscientos mil pierden sus empleos cada mes en Estados Unidos según los registros, alcanzando ya los cinco millones de desempleados asistidos por el Estado. Planes de rescates son insuficientes y no auguran fin de crisis.   

Todo esto apareció el viernes 20 en los portales de la BBC, en periódicos de Madrid y Londres, en el Wall Street Journal y la prensa nacional.

El problema es que todas esas noticias serian digeribles si uno estuviera seguro que la crisis ha tocado fondo. Que ya los bancos saben cuáles son sus pérdidas reales. Que los préstamos hipotecarios subprime  fueron identificados y se tienen los montos requeridos para su saneamiento. O que el paquete de ayuda alcanzará para hacerle frente a las grandes deficiencias de capital de las instituciones financieras, de las empresas y de las familias que pierden sus viviendas por los impagos.

Nada de esto es preciso y mucho menos ahora que se destapa una nueva burbuja financiera con la aparición de fraudes colosales cometidos por figuras conocidas del mundo financiero. Solo en los dos casos encontrados se han identificado pérdidas superiores a los 60 mil millones de dólares (casos Madoff y Stanford).

¿Qué montos pueden estar encerrados en estos fraudes? Por experiencia propia podría decir que en los dos casos mencionados estos pueden duplicarse, sin contar otros que aparecerán gradualmente.

Y ese es el problema de esta crisis de comienzo de siglo. No se sabe cuándo tocará fondo porque cada hora que pasa se descubren nuevos hoyos financieros, más empresas se declaran en quiebra, la bolsa se derrumba día tras día y aparecen nuevos fraudes cometidos  por financistas inescrupulosos.