Noticias de Don Tiberio

Noticias de Don Tiberio

ÁNGELA PEÑA
Es evidente que don Tiberio Castellanos no sólo es una figura apreciada entre muchos dominicanos sino un personaje inolvidable que influenció con su inconfundible estilo y amplia cultura a una generación de criollos que  le evoca y rinde homenaje de admiración, pese a las diferencias de orden político que pudieron haberlos separado. 

En un medio tan cualquierizado, como está la radio nacional, justo es que aquel hombre instruido, sumamente gentil, respetuoso del lenguaje y de las buenas costumbres, sea hoy una añoranza entre muchachos y muchachas (de entonces) que lo tuvieron como modelo de educación,  pronunciación perfecta y propiedad indiscutible en sus análisis y sesudos comentarios.

El pasado lunes Miguel D. Mena rescataba su memoria y a partir de esa publicación no han sido pocos los comentarios recordándolo e inquiriendo sobre su destino actual. Asiduos oyentes del que fuera militante del MPD y excelente relacionador público de varias instituciones a su regreso a la República tras largo exilio durante el trujillato, exaltan su presencia en HIN y en Radio Televisión Dominicana donde, afirman, era un encanto escucharlo leyendo poemas, comentando notas culturales, entrevistando figuras públicas.

 “Era tímido y amable, grandote, escondido tras el grosor de sus gafas”, lo describe un amigo lector que piensa que, entonces, don Tiberio Castellanos se había hastiado de la política y los políticos y pocas veces hablaba de esos temas y personas en sus programas. “Oyéndolo quedé convencido, hasta el día de hoy, que para tener radio o televisión cultural lo primero que se necesita es tener locutores culturales. Tiberio Castellanos fue un gran locutor cultural”, agrega.

Don Mario González, que vivió en Santo Domingo muchos años y ahora reside en España, rastreó este artículo de don Tiberio, titulado “Manual para una edad dorada”. Reproducirlo es una forma de dar a conocer cómo anda su vida:

 “Cuatro cosas debemos tener los viejos. No para evitar la soledad o la muerte, sino para hacer la primera más llevadera y la segunda algo más aceptable. Necesitamos un método o programa de vida, una disciplina, un poco de coraje y un poquitico de fe. Una fe algo más pequeña que un grano de mostaza. Pero una fe de muy viejo estilo: ‘No tendrás otros dioses delante de mí, porque yo soy un dios celoso’.

El método (lo que hay que hacer y cómo hacerlo) incluye la dieta, el ejercicio físico, el descanso, el entretenimiento y la atención al entorno. (Si tú quieres, a esto de la atención al entorno puedes llamarle también la pequeña ‘alerta amarilla’.) Primero, el pequeño entorno del edificio y del vecindario. Y luego el más amplio de la ciudad y del país… y más allá. En fin, en cierta medida, enterarse de cómo van las cosas por el mundo. Porque uno tiene sus deseos de que triunfen ciertas causas que juzga justas, y que otras fracasen.

Además, tiene uno que tener tiempo para escuchar a Jorge, a Luis y a Pedro. Y para contarles a ellos algunas cosas, sólo algunas. Porque luego te darás cuenta, y que esto no te enfríe el alma, que tienen muchas cosas, vivencias, recuerdos, etc., y nadie a quien contarlas. A nadie, porque aquellos vinculados a esos recuerdos y quienes te escucharían atentos, están hoy dispersos por el mundo o muertos. La disciplina se necesita para que el método funcione. Para que funcione cada día y no haya días malos, sino el día bueno que cada día nos da Dios. Se necesita disciplina porque en la vida de los viejos hay unas necesarias rutinas. Y hay que cumplir esas rutinas con entusiasmo, con alegría, y en ocasiones para ello necesitaremos un poquito de coraje. Y te darás cuenta de que al viejo cuerpo que ahora tienes y a tu vieja mente, más proclive ahora a pequeñas y grandes desviaciones, a veces tendrás que tratarlos con alguna rudeza, quiero decir, tendrás que ejercer cierta violencia sobre ambos, no para romperlos, sino para domarlos.

Y en esta doma diaria andarán siempre juntos el coraje y la fe. Son inseparables. Cada día, ¡cojollo! Yo soy, yo puedo.. Pero al mismo tiempo, “no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal”, porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos.

José Tiberio Castellanos

Miami”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas