Novedades en La Trinitaria

Novedades en La Trinitaria

ÁNGELA PEÑA
Mientras se celebraba esa fiesta social, literaria, artística, cultural, que fue la Feria del Libro, Virtudes Uribe, considerada por muchos la madre del escritor nacional, dividía su tiempo entre el tumulto de los estudiantes, los altoparlantes probando, transmitiendo, los disertantes, heladeros, pasajeros de trenes, sandwicheros, cantantes e intransigentes miembros de la Amet, y la Librería La Trinitaria donde muchos preferían alejarse del figureo y la algazara para ver con tranquilidad y calma las obras dominicanas nuevas.

Allí estaba ella por las mañanas, solícita y sonriente, cálida y afectiva, inquieta, convertida, como siempre, en mercadóloga, propagandista, empacadora, distribuidora de libros, exaltando contenidos, mostrando revelaciones, ponderando autores, buscando incansable el ejemplar recién impreso o reeditado, atendiendo llamadas y visitas de criollos y de extranjeros a los que suple ese acervo que ya se expande por el mundo gracias a sus viajes y promociones. Virtudes es una agente publicitaria de las letras criollas que ahorra al escritor nativo el cambio de divisas, la travesía, hacer contactos internacionales, chequeos en aduanas, compra de pasajes. Muchos autores están en condición de cargar sus libros, salir, manejar ellos mismos las ventas. Pero no son mayoría. La situación de casi todos los escritores del país es tan precaria que jamás calificarían ni para visa de una sola entrada.

Entre los volúmenes publicados con motivo de esta Feria, dos son exaltados por la activa difusora de la intelectualidad: Mujeres del 16, de Virtudes Álvarez, y Estudios de la Literatura Dominicana Contemporánea, por Pura Emeterio Rondón. La primera no había sido reconocida como historiadora, sino por su trabajo político como presidenta del MIUCA. Sin embargo, en una breve biografía se muestran ésta y otras facetas que muchos desconocen. El volumen destaca la participación de veintitrés mujeres en la resistencia a la primera ocupación militar yanqui a la República. Contiene en sus 131 páginas, además, un estudio de la sociedad dominicana de principios del siglo XX, de las causas de la intervención y de la Convención Dominico Americana de 1907. Reproduce fotos de las damas exaltadas, entre las que figuran «las guerrilleras del Este».

El libro de Pura Emeteria, consagrada estudiosa que ha desarrollado su vida académica casi completa en Venezuela, está prologado por el distinguido escritor Bruno Rosario. En sus 223 páginas estudia las obras de Salomé Ureña, Freddy Prestol Castillo, Pedro Vergés, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Domingo Moreno Jiménez, Franklin Mieses Burgos, José Enrique García, Hilma Contreras… Analiza también la identidad, la ficción y la realidad en las publicaciones sobre Trujillo, se pregunta «¿De qué color es la literatura dominicana?» y saca conclusiones en torno al discurso caribeño.

La Trinitaria tiene, también, atractivas reediciones de Cartas a Evelina, de F.E. Moscoso Puello y de La Sangre, de Tulio M. Cestero, impresas por Editora Manatí, dos libros que no deben faltar en los hogares de los interesados en explicarse el comportamiento ancestral de los dominicanos y el proverbial tigueraje de los políticos vernáculos. Cartas a Evelina incluye fotos y biografías de Moscoso, estudios introductorios del libro y su autor, por Andrés L. Mateo y Antonio Zaglul, y textos y fotos de Eduardo Matos Díaz sobre el Santo Domingo de Ayer. Fernando Valerio Holguín es el autor del prólogo de esta edición de La Sangre, impresa bajo el cuidado de Diógenes Céspedes.

Hay muchas otras novedades en La Trinitaria que volverían locos y pobres a los perseguidores de conocimientos sobre la realidad dominicana pasada y presente. Es preciso ser austero, mesurado, y tener suficiente personalidad para no contagiarse con el entusiasmo intelectual de Virtudes Uribe.

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