Novela ¿Ser como el Quijote? (II)

Novela ¿Ser como el Quijote? (II)

Los atisbos a la genialidad del autor de El Quijote comienzan con su prólogo, ya que el arte del “desapego”, que atribuimos como la contribución universal al teatro, de Bertolt Brecht, y antes de Pirandello, comienza a evidenciarse en el desdoblamiento de Cervantes frente a su obra.

Cervantes inicia su conversación con el lector con una aparente autocritica que es una burla a las convenciones literarias en boga.
Y, cito:
1.-“¿Como queréis vos que no me tenga confuso el que dirá el antiguo legislador que llaman vulgo, … cuando salgo ahora, con todos mis años a cuesta, con una leyenda seca como un esparto, ajena de invención, menguada de estilo, pobre de conceptos, y falta de toda erudición y doctrina, sin acotaciones en los márgenes y sin anotaciones en el fin del libro como veo que están otros libros…tan llenos de sentencias de Aristóteles y Platón y de toda la caterva de filósofos, que admiran a los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos, cultos y elocuentes?”…
Para luego advertir sobre la trama de El Quijote y sus carencias…


2.- “De todo esto ha de carecer mi libro, porque ni tengo que acotar al margen, ni que anotar en el fin, ni menos sé que autores citar en él, para ponerlos al principio como hacen todos… comenzando por Aristóteles y acabando en Jenofonte…también ha de carecer mi libro de sonetos al principio, a lo menos de sonetos cuyos autores sean duques, marqueses, condes, obispos, damas o poetas libérrimos” …


Y, en ese momento, hace aparecer Cervantes a su contrario, quien no es otro que el mismo, en un ejercicio dialectico que se utiliza hasta hoy con gran efectividad, como cuando la poeta Julia de Burgos se dedica un poema donde dos Julias se enfrentan, así como las dos Helenas en Trago Amargo.


3.- “¿Por Dios hermano…cómo es posible que cosas de tan poco momento, puedan tener fuerzas de suspender y absortar un ingenio tan maduro como el vuestro (ojo)?” …
Ese recurso le permite a Cervantes comenzar a denunciar las convenciones literarias:
4.- “Lo primero en que reparáis de los sonetos, epigramas o elogios que os faltan para el principio, y que sean de personajes graves y de título, (esta afirmación fue considerada como una alusión velada por Lope de Vega y motivo de enemistad), se puede remediar en que vos mismo os toméis algún trabajo en hacerlos…y si hubiere algunos pedantes y bachilleres que por detrás os muerdan y murmuren de esta verdad, porque ya os averigüen la mentira, no os han de cortar la mano con que lo escribisteis” …
Y, es en la denuncia, o parodia de las convenciones literarias en uso, donde recurre al humor, su mejor arma:

5.- “En lo de citar en las márgenes los libros y autores de donde sacaredes las sentencias y dichos en vuestra historia, no hay más sino hacer de manera que tengan a pelo algunas esencias o latines que os sepáis de memoria, o a lo menos que os cueste poco trabajo el buscarlos, como será poner, tratando libertad y cautiverio…

“Non bene pro toto libertas venditur auro”

Y luego en el margen citar a Horacio, o a quien lo dijo…Y con estos latiniscos, y otros tales, os tendrán siquiera por gramático, que el serlo no es de poca honra y provecho el día de hoy” …

Cervantes, continuando con su burla a la inclusión de frases en latín en los textos, comienza a evidenciar la erudición de la cual reniega, y cito:

6.- “Tras esto, para mostraros hombre erudito en letras humanas…si trataredes de ladrones, yo os daré la historia de Caco. Si de mujeres rameras, ahí está el Obispo de Montoñedo, que os prestra a Lamia, Laida y Flora, cuya anotación os dará gran crédito. Si de crueles, Ovidio os entregará a Medea. Si de encantadoras y hechiceras, Homero tiene a Calipso, y Virgilio a Circe…a tal de llenaros las márgenes y de gastar cuatro pliegos en el fin del libro”.

Esta satírica burla de la pretensión literaria, desemboca en lo que Cervantes realmente cree de su libro:
7.- “Este, vuestro libro no tiene necesidad de ninguna cosa de aquellas que vos decís que le faltan…Y no hay para que andéis mendingando sentencias de filósofos, consejos de la Divina Escritura, fabulas de poetas, oraciones de retóricos, milagros de santos”…

Concluye Cervantes su prólogo con recomendaciones sobre el estilo literario, cada vez más necesarias y vigentes, dado el disparatado interés de muchos escritores y escritoras de parecer cultos con el uso de un lenguaje intrincado e incomprensible:

8.- “Procurar que, a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo, pintando, en todo lo que alcanzares y fuere posible, vuestra intención, dando a entender vuestros conceptos, sin entrincarlos y oscurecerlos”…

Y para hacer aún más validas sus recomendaciones sobre la complejidad de lo aparentemente simple, Cervantes agradece a “su amigo”, es decir a sí mismo, sus consejos, y nos presenta a Sancho, escudero de El Quijote, donde rescata y enaltece el lenguaje popular, “en quien, a mi parecer, te doy cifrada toda las gracias escuderiles que en la cantera de los libros vanos de caballería están esparcidas. Y con esto, Dios te de salud y a mí no me olvide” …

Con este Prólogo, precedido por sonetos que asumimos fueron inventados por el propio Cervantes, inicia la primera novela moderna de la humanidad, que como ya mencionamos en la primera entrega, tuvo un éxito inmediato y le provocaría a Cervantes heridas peores que los dos trabucazos: la envidia y ataque de sus contemporáneos, entre ellos Lope de Vega, quien en una carta del 14 de agosto de 1604 afirma que no hay ningún escritor “tan malo como Cervantes”.

¿Por qué la tan despiadada envidia y descalificación de Cervantes? Quiero creer que, por su invención de un método de escritura totalmente moderno, donde introduce en el texto la crítica y la autocrítica, como cuando en el capítulo seis menciona, utilizando como recurso a cura del pueblo, los títulos y autores de los libros de caballería que detesta, cuando este decide quemarlos por haber provocado la locura de Don Quijote. Y, cuando ese mismo cura decide eximir “La Galatea”, de un tal Cervantes porque:

“Su libro tiene algo de buena invención, propone algo y no concluye nada; es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda de alcanzar del todo la misericordia que ahora se le niega” …

La mordaz sátira de Cervantes no se aplica a todo lo escrito, así cuando habla de La Araucana, de Don Alonso de Ercilla; La de Juan Rulfo, y El Monserrate, de Cristóbal de Virues, declara: “Todos estos libros son los mejores que en verso heroico en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia”. Los elogia y advierte sobre las traducciones literarias a las que “no le guarda respeto alguno”.

Después del muy citado encontronazo con las aspas de los molinos de viento, hay un episodio donde comienza a intervenir de manera asidua el autor en el texto, algo que narrare en la próxima y última entrega.