POR FÁTIMA ALVAREZ
«Es un ángel el que cuida por mi amor, es un ángel y lo quiero con pasión». Los acordes musicales en voz de Camboy Estévez sirvieron de base para que las 35 parejas que esa tarde unirían sus vidas por el vínculo del matrimonio, se sintieran a tono para disfrutar ese momento cumbre de sus vidas.

35 parejas, 35 historias, 35 vivencias diferentes que convergían esa tarde en el Club para Oficiales del Palacio Policial para dar el sí a la pareja con la que han convivido uno, tres, 20 años. La misma con la que han procreado sus hijos, -algunos adultos ya-, y han tejido historias de amor y desamor.

Vestidas con el color de las novias, las mujeres acompañaban a sus parejas reflejando en su rostro la virginidad emocional que representaba para ellas dar el «Sí» por primera vez, ante una pareja de la cual hace tiempo se conocen sus olores, sus temores, sus risas, sus silencios, sus iras, sus afectos…

Unas, con un rostro fresco mostrando que apenas empezaban a vivir; otras, señoras adultas a las que el tiempo ya les ha agotado una jornada; todas con el secreto deseo de que este día marque un punto de partida para una vida más atractiva, con menos complicaciones y mayores expectativas.

Los propósitos para esta celebración por parte del Jefe de la Policía General Manuel Pérez Sánchez y su esposa Verenice Martínez de Pérez Sánchez son dobles: uno, práctico y necesario, como la obtención del derecho a los beneficios médicos y de seguridad social dentro del concepto de familia; otro, más íntimo e importante: estrechar más el vínculo entre la pareja, lograr más identidad con el otro, respirar el mismo aire bajo la premisa del amor…

La idea era alcanzar la media centena de parejas de la uniformada y para ello hicieron cursos y charlas, intentando que cada pareja reconozca lo que representa el vínculo del matrimonio y lo asuman, no como un yugo, sino como un compromiso de amor.

Ante la oficial del Estado Civil, Ana Melba Rosario, las 35 parejas juraron amor eterno, el mismo que se profesan Dilanis Féliz Beltré y Ruvidalis Ferrera Pérez. Con tres años de vivir en unión libre, Dilanis llega al altar con un embarazo de seis meses y una pierna lesionada, pero esto no fue óbice para que accediera hasta el Palacio Policial para dar el sí a Ruvidalis Pérez.

A pesar de que entre ambos tienen cuatro hijos de relaciones anteriores, para Dilanis y Ruvidalis éste será su primer hijo como pareja, en el que tienen puestas grandes expectativas.

Dicen casarse por el bienestar como pareja y por sus hijos y perciben en este matrimonio la posibilidad de crecer juntos al margen de las diferencias.

«Somos una pareja que nos llevamos bien; pienso que podemos durar mucho tiempo, pues tenemos comprensión y conversamos como de hija a padre y madre a hijo. Mis hijos lo quieren a él como si fuera su papá». Mientras, Dilanis habla acariciando su barriga, Ruvidalis, quien es sargento mayor asignado al Instituto Nacional de Aguas Potables, asiente feliz.

Otro hermoso caso es el de Ercilio Mateo Montero y Celestina Morillo.

Celestina, pese a tener 16 años de convivir consuetudinariamente con Ercilio, muestra bajo su rostro enmarcado por un tocado floral, la belleza y candidez de sus pocos años. Cuatro hijos, el mayor de 15 años, no han logrado borrar de su rostro la expresión juvenil.

«El amor, la confianza y muchos beneficios de los que uno se pierde por no estar casado, como la asistencia médica del hospital a las esposas, que aunque las atienden pero no dentro del marco de lo legal», son las razones que esboza Ercilio Mateo para decidirse a contraer nupcias con Celestina.

Dice el oficial policial que Celestina se destaca por sus muestras de amor, su sinceridad, la dedicación a sus hijos y a él mismo y el apego a sus familiares.

«Mi esposo es bueno, sincero y me trata bien. El me brinda cariño, por eso hemos sobrevivido una vida juntos, unidos». Gisel y Miossotis, sus dos hijas que les acompañaron, asienten felices. Y eso es lo que importa.