Nuestra actitud

Nuestra actitud

Entendiendo que las actitudes se pueden formar por imitación, es posible notar que los niños imiten la conducta de sus padres y compañeros, para así adquirir actitudes inclusive cuando nadie está tratando de influir en sus  creencias. Pero, sin embargo, a esto hay que sumarle que los medios de comunicación populares, en particular la televisión, nos bombardean con sutiles pero claros mensajes, que provocan una definición estructurada  o una modificación de nuestras actitudes.

Para reconocer qué son las actitudes, es preciso destacar que muchas de nuestras acciones más básicas se derivan de la experiencia personal, directa y temprana. Los niños son recompensados con incentivos cuando complacen a sus padres y son  castigados por medio de la desaprobación cuando los disgustan. Estas experiencias tempranas forjan en el niño las actitudes positivas y negativas duraderas hacia los objetos, o frente  a situaciones que fue desarrollando en el transcurso de su vida.

Si esto lo adaptamos a la realidad que hoy en día está viviendo nuestro país, veremos, por ejemplo, que si nuestra actitud hacia un candidato político incluye también nuestras creencias acerca de sus capacidades y posiciones ante temas cruciales, entonces nuestras expectativas serán mayores en cuanto a cómo votará el candidato sobre esos temas; y si también tenemos sentimientos acerca del candidato (nos simpatiza o no) entonces atinaremos  a comportarnos de ciertas maneras hacia él: votar a favor o en contra, contribuir con tiempo o dinero  a su campaña, asistir o soslayar a sus mítines, etcétera.

Lo que conlleva a cuestionarse aquello que los psicólogos sociales señalan como prejuicios y discriminación, los cuales pueden ser formados y mantenidos por los intentos de las personas por ajustarse socialmente, puesto que si nos unimos a personas que expresan claros prejuicios, es más probable que estemos de acuerdo con sus ideas que ofrecer resistencia.

Por esta razón, se determina entonces que el prejuicio es una actitud pero la discriminación una conducta, de manera que éstos no siempre ocurren juntos; por lo que es posible estar prejuiciado contra otros sin conducirse abiertamente de manera hostil o discriminatoria.

Yo entiendo entonces que las presiones de la aprobación social ayudan a explicar por qué los niños por ejemplo, absorben rápidamente los prejuicios de sus padres y de los compañeros del colegio mucho antes de que se hayan formado sus propias creencias y opiniones con base en la experiencia, ya que a menudo la presión de los compañeros suele tornarse mucho más viable y aceptable al expresar ciertos prejuicios, que en lugar de conducirse de manera tolerante hacia miembros de otros grupos sociales.

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