El corazón alegre embellece el rostro, pero el dolor del corazón abate el espíritu. Proverbios 15: 13.
¡Cómo nos preocupamos por mantener una linda y radiante belleza! Dejamos de comer para guardar la figura, hacemos ejercicios para estar en forma, gastamos mucho dinero en ropa y no escatimamos recursos para gastar si es para esto.
Cuidarnos no es malo, ni vestir bien, pero depende de la intención con que lo hagamos. Por eso debemos analizarnos y guardarnos de no caer en este abismo; pues fácilmente caemos. Como hijos de Dios sabemos que nuestra belleza no es de afuera sino de adentro; que es nuestro corazón, especial, porque a través de ella mostrarnos al Creador.
Nada hacemos con un clóset lleno de ropa, zapatos, pero teniendo falta de perdón y resentimiento. No importa el traje que vistamos; si no estamos limpios por dentro, no podremos lucir el traje que llevamos puesto.
Invirtamos en limpiar nuestro corazón sumergiéndonos en el spa del Espíritu, el cual nos hará lucir como reyes y reinas sin necesidad de gastar. Tú corazón es lo que vale, no tu cuerpo. Si lo buscas, Él te dirá cómo embellecerlo.