Ayer por la mañana, temprano, escuchaba un programa que normalmente me encanta, porque su gracia me alegra el día, pero hoy tocaron un tema para mi indignante. Y digo para mí, porque cada vez que escucho cosas así, y veo que todo el mundo le ríe el chiste, se burla, y hasta alimenta el morbo, me pregunto de qué es que nos quejamos, qué es lo que nos vivimos cuestionando de la sociedad? Comentaban, qué prefiere una mujer sobre todo dominicana (dicho así mismo por ellos, no por mí), si disfrutarse una alta suma de dinero o aguantar unos cuernitos…¡ Díganme ustedes! Y no les puedo decir las mujeres que aplaudían y que muy bien asintieron que a cambio de eso, uno hasta ese “errorcito” olvida. Entonces me pregunto: si somos las primeras que aplaudimos esa gracia, ¿a dónde se va ese respeto que exigimos, si no lo tenemos por nosotras mismas? ¿Y cómo podemos pensar que algún día los hombres de esta sociedad que tanto cuestionamos, pueden cambiar, si somos las primeras que les reímos esos “chistes”? Y peor aún, le damos la razón cuando real y verdaderamente nos dejamos “engatusar” tan fácil por vivir a costa del dinero.
Creo que definitivamente aquí falta mucha educación sobre lo que es la dignidad humana, y no vamos a lograr que se funda ni en los hogares ni en las escuelas cuando sociedad no sepamos hacerla reflejar en nuestros principios elementales. Porque si creemos que solo le falta dignidad a esa mujer que permite aceptar esas faltas por los beneficios que recibe, estamos muy equivocados, porque el hombre es el primero que le regala esa dignidad al mundo cuando permite que estén o permanezcan con él, solo por lo que ofrece a cambio.
Entonces, entendamos algo: La dignidad es nuestro valor inherente como seres vivos. Todos nacemos con ella y es parte de nuestra identidad, por lo que no depende de la capacidad de otro para apreciarla. “La dignidad es sin lugar a dudas, una palabra de difícil definición, pero de obligada atención cuando la aplicamos a la mujer, porque una mujer es digna cuando mantiene y preserva sus valores como persona. Una mujer es digna cuando vive su ser mujer en toda su feminidad corporal y espiritual”.
Según Voltaire hay quienes creen que el dinero lo hace todo, y acaban haciendo todo por dinero. Pero olvidamos que hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria, y es una enseñanza que algunos deberían marcarse a fuego en la espalda, o en la mano que tapa los ojos ante injusticias o abusos. En definitiva, como dicen, “mientras el bolsillo crece, el alma empequeñece hasta convertirse en un lejano recuerdo de lo que fuimos un día”.
Nadie puede quitarnos nuestra dignidad. Nos podría tratar de manera irrespetuosa, pero nuestra dignidad siempre está en nuestras manos. El problema es que, bajo ciertas condiciones, alguien sí podría entregarla a otros, perdiendo el sentido de identidad al permitir humillaciones o traicionar nuestros principios.
¡Amemos nuestra dignidad!