Nuestra niñez desconoce sus derechos

Nuestra niñez desconoce sus derechos

“Yo tengo derecho a respetar a los mayores y a portarme bien”. Esa es una expresión frecuente entre niños y niñas, así como la referencia a labores domésticas (en el caso de las niñas) o a tareas de apoyo a las actividades que desarrolla la familia.

Aún cuando estos niños y niñas son maltratados en sus hogares porque le dan pelas continuamente, estos/as no identifican las pelas como una violación a sus derechos sino que tienden a legitimarlas porque “nos portamos mal”. “Uno se merece las pelas porque si uno se porta mal los padres tienen que pegarle a uno”.

¿Qué implicaciones tiene el que nuestra población infantil no conozca sus derechos y legitime los abusos que recibe continuamente?

– Vulnerabilidad frente al abuso y a la violencia. El niño o niña que desconoce de sus derechos y se mantiene legitimando la violencia que recibe de padres/madres y de sus maestros/as crece en el miedo y se convierte en una persona incapaz de defenderse ante las agresiones que pueda recibir de su cónyuge, su patrón, la policía o una persona cercana.

– Reproducción del perfil agresor y violento. La internalización de la violencia como algo normal porque “me lo merezco” o se lo merecen mis hermanitos/as convierte a muchos niños y niñas en agresores en su etapa adulta.

– Inhibición del desarrollo del ejercicio ciudadano. Una persona que en su niñez y adolescencia no se hace consciente de sus derechos y deberes y no sabe diferenciar uno de otro, no logra exigir sus derechos frente al Estado, otras instituciones y sectores de la sociedad y no integra el ejercicio ciudadano a su cotidianidad.

La ausencia de procesos educativos sobre los derechos de la niñez en los centros educativos se hace evidente en varios estudios. En el caso de las familias se producen dos tendencias, el desconocimiento y la resistencia al abordaje de estos derechos. La resistencia se genera a partir de que padres/madres al igual que  maestros y maestras se sienten inseguros si ofrecen a la población infantil la oportunidad de ejercer sus derechos y ceder cuotas de poder. Sienten que pierden autoridad frente a ellos y erróneamente perciben que la oferta de libertad a la población infantil y adolescente los convierte en una amenaza social.

Contrario a esta visión autoritaria presente en padres/madres y docentes el desarrollo de la conciencia de derechos en la población infantil y adolescente los empodera como sujetos, potencializa su desarrollo humano y los convierte en agentes de cambio social y político en un futuro. Una persona que no conoce ni ejerce sus derechos no construye ciudadanía.

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