Nuestra pequeña burguesía: rasgos sicológicos

Nuestra pequeña burguesía: rasgos sicológicos

¿Ha cambiado el sujeto dominicano su sicología descrita por Francisco Eugenio Moscoso Puello en sus “Cartas a Evelina”, publicadas entre 1913 y 1935?

El murió en 1959. Nació en 1885. Es decir, que atravesó parte del siglo XIX y gran parte del XX y no se desdijo de sus ideas acerca de las características de los dominicanos, a quienes llamaba habitantes, no ciudadanos: “Los hijos del país, no hacen nada, o viven de la política o barren las calles. Y no se preocupan por esto. No les importa. No están preparados para nada. Abandonan los negocios lucrativos por los empleos. Los empleos son su ilusión, su sueño dorado. Un nombramiento los enloquece. Por ser algo, cualquier cosa, dan la vida. Cuando están formando parte del gobierno viven una vida de dilapidación y de placeres; cuando están ‘abajo’, cuando han sido despedidos, por algún cambio de administración, no se ocupan de otra cosa, esperando el momento de volver al poder. Son unos haraganes.” (Carta  n.º 10, pp. 64-65)

Todo lo que sea regalado, enloquece al sujeto dominicano. Llamo a este rasgo de origen colonial (el situado) , el ‘dao’. También el fiado (‘fiao’) y el juego de azar enloquece a hombres y mujeres. El dinero fácil o mal habido también les enloquece. Una prueba es que no puedo dar el año de publicación de las “Cartas a Evelina” porque algún imprentero dominicano pirateó la edición original, se engulló el dinero de la venta y no pagó ni impuestos ni derechos de autor. Por eso tampoco figura el nombre de la imprenta.

Si no compro la edición pirata, corro el riesgo de desconocer este importante capítulo de la sicología del sujeto dominicano. Con suerte puede aparecer en algunas de las bibliotecas universitarias, si el ejemplar original no ha sido robado por los mismos encargados de cuidarlo. Evelina es una figura de lenguaje. Es la república. A ella están dirigidas las cartas, las cuales son un balance de lo que hemos sido y somos hasta el momento de la última misiva que integra la obra.

Los sujetos no han cambiado de sicología: Si son perredeístas, procuran que los ricos del partido les paguen los programas de panel en la radio o la televisión o la columna en un periódico. Así se pasan cuatro u ocho años en la oposición. Los pequeños burgueses peledeístas o reformistas hacen lo mismo. Cada programero  o programera lleva a sus parciales a despotricar en contra del adversario. Es gente que solamente se preocupa por vivir bien y vivir de la política. No resultó extraño ver en la televisión a altos, medianos y bajos funcionarios derramar lágrimas sentidas ante las cámaras cuando supieron la derrota de Danilo Medina el 17 de mayo de 2000. El espectáculo se pareció a las últimas imágenes de la película “La caída del imperio romano”. Fue como si el mundo se les viniera abajo a los peledeístas. ¿Y a qué se debió aquel llanto? Fue el duelo, pero no por un valor ético o unos principios ideológicos perdidos. No, fue porque el clientelismo y el patrimonialismo, de los cuales habían disfrutado de 1996 a 2000, pasaba ahora a otros administradores.

Es gente sin carácter. Esta virtud se define. Moscoso Puello lo define así: “lo que nos hace resistir a todo lo que nuestra conciencia rechaza, lo que nos distingue de los demás hombres, [y mujeres, dc] lo que nos da personalidad, lo que nos singulariza, eso, eso es el carácter, que tampoco se compra con dinero, que es la riqueza de muchos pobres. Con eso, también se nace. Y de eso no tienen muchos ricos. La inteligencia, el temperamento, el carácter, el corazón, todas esas son cualidades del espíritu, sus mayores riquezas, sus grandes privilegios, sus dones naturales, que traemos al mundo como una dádiva graciosa que no nos cuesta nada. Lo que más vale en la vida, no se compra.” (Carta n.º 13, p. 104)

Moscoso Puello traza el paralelismo con el dinero, el cual todo lo puede, menos comprar la virtud, el carácter, los valores éticos: ”Ser rico es ser poderoso, tener en las manos una llave mágica, un talismán. Para el hombre rico no hay obstáculos, no hay dificultades, no hay evasivas; lo posee todo, lo alcanza todo, lo vence todo, se le ofrece todo. Sus deseos no parecen tener limitaciones. Su voluntad carece de fronteras.” (p. 100)

¿Qué otras cosas materiales compra el dinero?: “El dinero da placeres, el dinero da alegrías, oculta las tristezas, endulza las penas, enjuga las lágrimas. Nos hace audaces, engreídos, orgullosos; pero nos hace parecer amables, nos conquista la admiración y la simpatía de los demás hombres, nos da amigos y aliados y cómplices, nos proporciona títulos y honores. Nos ahorra esfuerzos, nos allana dificultades nos evita disgustos. Nos hace parecer lo que no somos.” (p. 100)

Según Moscoso Puello, con el dinero se compra todo. Pero Enrique Rojas, siquiatra español, dice en su libro “El hombre light” que la paradoja del hombre rico es que al tenerlo todo, sin embargo no es feliz. Porque vive en el mundo de las apariencias, en el mundo del “looking good” y él lo sabe. Y sabe que los demás lo saben, pero tiene que jugar su juego porque el espectáculo debe seguir.

A este propósito, Moscoso Puello dice lo siguiente: “el dinero también tiene sus limitaciones. Podemos nacer ricos y, sin embargo, ser muy pobres, demasiado pobres. Porque el dinero no altera la naturaleza del hombre, y el rico y el pobre son antes que todo, hombres. Y las cualidades humanas no dependen de la posición económica de que se disfrute. No se pueden comprar con dinero. Por esa razón hay muchos ricos miserables y muchos miserables que son ricos. Con dinero no se puede comprar el espíritu.

Con el espíritu se nace y las cualidades que lo caracterizan, que lo avaloran, están fuera del alcance del dinero. No se puede comprar con dinero la inteligencia; este es un don precioso con el cual pueden venir a la vida, indistintamente, el rico y el pobre. Esa fuerza que nos permite ver y comprender las cosas con gran facilidad, esa cualidad que hace que nos demos cuenta de lo que nos rodea, sin gran esfuerzo, que nos hace accesible las verdades, la facultad de conocer, la inteligencia, en una palabra, que crea tan profundas diferencias entre los hombres, no se compra con dinero, Se puede tener la mayor fortuna de la tierra y ser un bruto, un verdadero bruto, tener una pobreza de entendimiento que inspire lástima.” (p. 101)

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