Nuestra sociedad está enferma. Muy enferma. El diagnóstico médico-social indica, que tiene un cáncer tipo 2, y con amplias posibilidades si no se les proveen las herramientas necesarias, de hacer metástasis en algunas de las pocas zonas que todavía lucen, o se ven sanas.
Nuestra autoridades, comenzando por el Presidente de la República, no deben jamás dar su brazo a torcer en esta fiera lucha que se libra y que por rato creemos que le tumbará el pulso a las buenas acciones que se han planteado como soluciones primarias, pero no es así, al final los malos son vencidos por el bien, y ahí están los múltiples relatos bíblicos.
Mientras tanto, nuestros jóvenes y muchos de los llamados entes pensantes, se encuentran muy imbuidos transitando sobre el modimos del regue, dembow, y las últimas modas de las desgravaciones musicales que a cada momento nos inyectan un letal veneno que poco a poco nos hace presa de la deconstrucción de los sanos valores, y que si no se hace rápido, pronto serán recuerdos añejos.
Pienso, que la enfermedad, aunque acelerada en su proceso, sin embargo, entendemos que hay ¹buenas medicinas, buenos doctores, pero sobre todo, una mayúscula disposición para mejorar al paciente (país) que se resiste a postrarse ante los negativos fenómenos que cada día que pasan, más perdemos la capacidad de asombro, y esto, es lo más peligroso desde el punto de vista politológico.
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Por un lado vemos una delincuencia desafiante y con rasgos distintivos muy particulares, la cual, se recicla a cada momentos con otros factores para hacer de su cuerpo delictivo, un gigante que amenaza con comerse a nuestra sociedad.
Los medios nos hablan a diario de temibles asesinatos en contra de mujeres por parte sus compañeros, ya sean estos, esposos, novios, amantes o simples compañeros de trabajos, destruyendo familias casi por completo, pero sobre todo, inscribiendo nuevos actores en las escuelas futuras de las negatividades.
También se observan tentáculos corruptores que a diario salen a relucir de administraciones pasadas, cuyo pus brota cada vez que nuestras autoridades inician nuevas investigaciones en cualquiera de las dependencias sobre las que pesan sospechas de haberse cometidos actos impuros contra nuestras débiles instituciones gubernamentales.
Y qué decir del caso haitiano, este es el mas delicado, preocupante, lacerante y pernicioso que tenemos, pues, contra esta gigantesca serpiente de más de 7 cabeza, es que se teje la mayor amenaza, y de la que solo saldremos, si de manera decidida dejamos el protagonismo mediático y nos unimos con sincera voluntad para defender con todas nuestras herramientas posibles, una carga que muchos no estamos dispuestos a llevar. Sobre este último tema volveremos luego.