Nuestro anómalo desarrollo político

Nuestro anómalo desarrollo político

En los 50 largos años que van desde la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo y la articulación, en rigurosa clandestinidad, del Movimiento Revolucionario 14 de junio, en 1959, hasta el día de hoy, en la República Dominicana no se había producido el fenómeno de un panorama político caracterizado por el enfrentamiento de dos fuerzas conservadoras, Leonel y el PLD por un lado, y un PRD completamente derechizado, por el otro.

Siempre había existido un sector liberal fuerte, de masas, enfrentado a un gobierno o fuerza política conservadora. Y aunque en casi todos los momentos terminó por prevalecer la fuerza conservadora, en 50 años siempre existió esa bipolaridad.

La anómala situación de hoy viene acompañada de la extrema debilidad de las fuerzas progresistas, que no acabamos (para incluirme en este sancocho) de salir de la situación en la que, más de 40 años de desaciertos, nos ha separado del pueblo.

A ello se suma la proliferación de multitud de nuevos agrupamientos políticos que surgen por doquier, casi siempre integrados por individuos provenientes de las capas medias, que, con honrosas excepciones, ven en la política su medio para participar en el pastel. 

Asimismo, la toma del país por la delincuencia, principalmente la ligada al narcotráfico, la cual ha adquirido una dimensión y una fuerza tal, que amenaza con doblarle el brazo a los gobiernos y demás poderes, que en ese curso fatal, terminarán por pactar con dicha delincuencia, legitimando su presencia cotidiana en nuestra sociedad y su porción del botín.

En medio de este fenómeno, los más activos entre las personas honestas del país y de las fuerzas progresistas, seguimos compitiendo de la peor manera, negándonos a complementar nuestras fuerzas, y seguimos satisfaciendo nuestro ego, mirando a los demás por encima del hombro y pensándonos como el “ombligo del mundo”.

Solo en ese ambiente pudo fructificar, como lo ha hecho, una acción tan retardataria como la que encabeza el señor Cardenal, con su famosa “defensa de la vida desde la concepción”, que es retrotraernos a la edad media y condenar a los pobres a mayores penurias.

¿Pesimismo? ¡No! Estoy seguro que dentro de este oscuro panorama, la sociedad vertical, aquella que constituye la reserva de la Nación, está lista para el surgimiento, abrupto, de una alternativa política a este desastre. Para ello tenemos que poner todo nuestro empeño en dos cosas: la complementariedad y la mayor de las militancias para la emergencia de esa alternativa y la organización de una red nacional de comunicación, que abra las puertas para que nuestra sociedad empiece a ser verazmente informada, y puedan expresarse las inmensas reservas de la Nación.

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