Nuestro cerebro: El surgimiento de la economía conductual

Nuestro cerebro: El surgimiento de la economía conductual

In memóriam: Doctor José de Jesús

Álvarez Perelló

-Parte II-

En el artículo anterior explicamos, brevemente, el funcionamiento e importancia del cerebro en la toma de decisiones y señalamos eventos como la crisis financiera del 2008-2012, han restado credibilidad a la economía convencional. Esto nos deja con una incógnita, ¿cómo no pudimos prever un evento tan catastrófico? La rama conductual de la economía considera que el defecto más grande del campo tradicional está en sus supuestos; pues son imprácticos e irreales. Por ejemplo, asumen que las preferencias del consumidor son estables, por lo que no han de variar conforme pasen los años o cambien las circunstancias. Además, suponen que todas las personas toman decisiones por sí mismas, es decir, que su entorno no les afecta. Estos dos supuestos son inconsistentes con el comportamiento humano, pues es posible que un padre cambie sus preferencias con el simple propósito de acercar sus intereses al de sus familiares.

Nosotros los economistas llevamos décadas estableciendo supuestos irreales con el objetivo de mejorar nuestras predicciones desde un punto empírico y matemático. Asumir que todo ser humano tiene como propósito principal maximizar sus bienes materiales es ilógico, pues no estamos en posesión de información perfectas. El cerebro recurre a heurística para minimizar esfuerzos (término que hace referencia a distintos atajos del pensamiento en la toma de decisiones). Un ejemplo de un heurístico de disponibilidad se observa al momento de buscar empleo. Si alrededor nuestro existen empleados que al ser despedidos logran conseguir nuevos, estaremos más predispuestos a pensar que encontraremos un trabajo con relativa facilidad.

Sin embargo, aparte del rol innegable que tiene el cerebro en nuestra conducta, ¿cuál es su papel en la economía conductual? La neuroeconomía es uno de los componentes más recientes de esta ciencia. Trata de responder cómo este órgano impacta nuestro comportamiento económico. Esta rama ha reiterado la volatilidad del comportamiento humano y, además, argumenta que algunos comportamientos no convencionales están cableados en nuestro cerebro. Asimismo, la existencia de dos sistemas en nuestro cerebro es desconsiderada por la rama convencional de la economía, ya que el supuesto convencional es que siempre tomamos nuestras decisiones de manera deliberada y lógica. No obstante, existen situaciones donde el Sistema 1 (el pensamiento rápido) podría salvarnos la vida. Si entramos en contacto con un objeto hirviente, el Sistema 1 nos ordenaría cesar la actividad que nos está causando daño. De no existir el Sistema 1, tendríamos que realizar un análisis coste-beneficio para determinar si es necesario cesar el contacto con el objeto en cuestión. Esto tomaría más tiempo del necesario y podríamos terminar con daños permanentes.

En definitiva, nuestro cerebro está programado para reaccionar comúnmente de maneras incompatibles con la economía convencional. Nuestras emociones e intuiciones afectan las decisiones que tomamos. Puede ser que el miedo (o felicidad) sean el factor determinante al momento de tomar una decisión. Por esto, es importante que todos, independiente de nuestra posición económica y social, entendamos el comportamiento humano. De esta manera tomaríamos decisiones más efectivas. Nuestro cerebro no es ni será una máquina de cálculos; es un recurso escaso que debemos utilizar eficientemente.

La economía convencional no siempre se adhiere a la realidad, en tanto que la conductual propone nuevas formas de considerar el comportamiento económico. Toma en cuenta el raciocinio del individuo detrás de cada decisión. Por ejemplo, las personas más jóvenes prefieren el presente al futuro, lo opuesto ocurre conforme pasan los años. Asimismo, la persona promedio busca minimizar riesgos (aversión a la pérdida) y al hacer esto reduce su posibilidad de margen de ganancias. Estos comportamientos, de ser considerados por nuestros legisladores, podrían tener un impacto positivo en el desarrollo. Una buena manera de colaborar al desarrollo y aprendizaje del comportamiento humano es incluyéndolo en el currículo de las instituciones. Debemos considerar ampliar nuestros paradigmas en favor de supuestos realistas capaces de predecir y explicar nuestro comportamiento económico.

Investigadores asociados:

Rodolfo Namnum

Iván Kim.

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