Nuestro firme apoyo a la DGA

Nuestro firme apoyo a la DGA

Aunque parezca mentira, una proporción importante de nuestros ingresos en divisas por concepto de exportación de metales hay que contabilizarla como pérdidas enormes de las empresas telefónicas y eléctricas, así como de  propiedades pública y privada. Aunque no tenemos una actividad minera intensa, las exportaciones de metales son parte importante del total de nuestras ventas al exterior.

Si bien producimos cantidades importantes de chatarra, en las exportaciones hay que incluir grandes cantidades de metales robados, principalmente ferrosos, cobre y aluminio. Nuestra explotación minera de cobre es ínfima, pero exportamos cantidades enormes del metal procesado,  buena parte del cual es robado. Y ni hablar de los materiales ferrosos también robados.

De ahí que consideremos de alto valor la decisión de la Dirección General de Aduanas, de hacer más rigurosos los controles sobre exportación de metales. El cierre de empresas sorprendidas en la compra o venta de metales robados y el castigo de sus ejecutivos o dueños, debe ser una realidad de aplicación permanente. No se puede continuar permitiendo que un pequeño grupo obtenga rentabilidad del saqueo de propiedad pública e inversiones privadas de otros. Hay que dar a Aduanas todo el apoyo necesario en esta tarea.

Sector  eléctrico: barril sin fondo

Los déficit del sector eléctrico son la de nunca acabar. Lo confirma la advertencia del superintendente de  Electricidad,  Francisco Méndez, según la cual  aún  racionando el servicio de energía en los niveles actuales, durante el presente año habría que duplicar el subsidio de 350 millones de dólares consignado en el presupuesto nacional para tales fines. Las pérdidas técnicas y por evasión de pago se suman a  los costos ocultos para constituir un verdadero barril sin fondo que hay que subsidiar.

 El Estado ha sido incompetente en cuanto a poner orden y dar funcionalidad al mercado energético. Varios gobiernos han fracasado en el intento y uno que otro incurrió, o en un modelo de capitalización fracasado o en contratos onerosos.  Ahora, contra toda recomendación de organismos internacionales, se insiste en aumentar los subsidios sin hacer a la par esfuerzos realistas por lograr eficiencia  y transparencia, en vez de  más dinero al barril sin fondo.

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