Nuestro peso no baraja pleito

Nuestro peso no baraja pleito

Como ha sucedió en la región latinoamericana, en el país el dólar se ha estado apreciando por un repentino exceso de demanda que se ha presentado con carácter precautorio y por aversión al riesgo por la propagación de la covid-19.
No obstante, nuestro peso está entre las monedas que en mejor condición está para echar el pleito al dólar, cuando salga del ring es previsible que lo hará en salud. Lo demuestra que acumuló una depreciación de solo -3.7%, desde final de 2019 hasta el 13 de mayo, frente a violentas pérdidas de valor en las mayores economías latinoamericanas. El real de Brasil se devaluó un -31.7%, el peso de México un -22.1%, el de Colombia -15.5%, el de Argentina -11.3% y el peso de Chile perdió -9.4% de su valor.
La diferencia con nosotros es que en esos países, además de malos pronósticos de crecimiento, ha tenido lugar una fuerte fuga de dólares, los inversores han privilegiado seguridad sobre rentabilidad y estabilidad frente a volatilidad. Lo que no ha sucedido en el país no obstante la incertidumbre asociada a las accidentadas elecciones municipales, congresuales y presidenciales.
Aunque el peso se ha estado defendiendo solo, el Banco Central le dio una mano, vendió US$1,928 millones a los agentes financieros, para contener la pérdida de valor de la moneda, o lo que es lo mismo, proteger el tipo de cambio, garantizar la meta de inflación y preservar la confianza de los agentes.
Está claro, pues, que sobran argumentos para justificar la posición vendedora de dólares, al final están para eso, para emergencias como la crisis sanitaria. La buena noticia es que la crisis sanitaria las encontró en niveles cómodos, en US$8,782 millones, alrededor de un 10% del PIB a final de 2019.
Termino señalando que nadie sabe hasta dónde llegará esta crisis sanitaria, el alcance de su costo, y que no existe un modelo para pronosticar la dirección de las monedas frente al dólar, muchos son los factores en juego. Aunque es complicado poner ahora un precio, estimo que cuando se saque balance la pérdida de valor de nuestro peso se ubicará en algún sitio entre 4.5% (RD$55.50/US$) que se usó en el Presupuesto Público y 13% (RD$60/US$).
Ayuda, por un lado, que la moneda no ha estado bajo ataques especulativos, que conserva su popularidad, que alta es la aceptación para las transacciones diarias y que con la intervención se pudo frenar el acelerado ritmo que traía la pérdida de valor, con lo que se evitó despertar temores de aceleramiento de la inflación. Lo que no tuvo lugar, interanual cerró en 2.45% hasta marzo, un punto porcentual más alto que el pasado año en la misma fecha y por debajo del límite inferior del rango meta de 4.0%±1.0%.
Y por otro lado, que no obstante ser nulo el crecimiento de la economía en los primeros tres meses del año y que podría ser negativo en abril-junio, por impulso de los préstamos en pesos al sector privado, que interanual aumentan alrededor de 13%, la suma del PIB real de los cuatro trimestres (nulo el primero, negativo el segundo y positivos los dos últimos) debe aportar un crecimiento sobre 2% en 2020. Mi pronóstico es que el PIB crece.