Nuestros emigrantes

Nuestros emigrantes

DIÓMEDES MERCEDES
Se acerca el 1ro. de mayo. Luego de décadas de letargo y decadencia del movimiento obrero, esta celebración viene precedida  de  un acontecimiento estimulante  para  la conciencia progresista, el de las movilizaciones multitudinarias de obreros y obreras agrícolas e industriales, empleados, maestros, taxistas, etc., emigrantes hispanos indocumentados dentro del territorio norteamericano, amenazados de expulsión En toda la historia nunca se produjo algo así. Nunca un conglomerado étnico, cultural y laboral se manifestó como tal, y con tanta contundencia en territorio norteamericano.

Tampoco una fuerza laboral extranjera de esta magnitud al defender su contacto con sus puestos de trabajo esclavizado, mostró la gravedad de la situación social en su país de origen al cual remesan porcentajes importantes de sus mínimos ingresos para la supervivencia de quienes las reciben.

Estos al aferrarse a sus empleos, aún con el modo de hacerlo en las ratoneras del gran capital, serias causas políticas y morales a alguien imputables  resurgen como fantasmas en la memoria histórica de nuestros pueblos, pellizcando en la herida íntima de las frustraciones latino- americanas.  Nadie desea abandonar su país, ningún país quiere el padecimiento, la desnaturalización ni la nostalgia de sus hijos en el exterior. Y los nuestros sufren como esclavos pero aún así, por lo que les falta aquí, prefieren estar allí.

La aprobación y aplicación de la Ley HR-4437 tendrá efectos muy negativos para el universo hispano-americano.  No es ésta una ley descontextualizada. Es una ley congruente con la política exterior y global programada al servicio de la gran  empresa y dirigida a ahorrar y prevenir gastos federales y estatales.Sobre todo esta ley es el marco legal para desalojar puestos de trabajo para que  los ocupen estadounidenses desocupados y muy pobres, que no pueden ser absorbidos por el Army y otras instituciones “samaritanas” ya saturadas.

La economía norteamericana, tras la guerra de Irak o antes del retiro de los invasores, entrará en crisis. Ante ese resultado esta ley a lo interno es económica y socialmente preventiva para paliar el impacto económico de la política fracasada de George Bush.

En  otro orden, su programación se ha hecho con un cálculo frío de rentabilidad para los consorcios americanos en la América Latina, violada y destinada a ser una gran factoría del capital financiero global que repatria sin restricciones sus  beneficios, succionándonos  sin  compensaciones, estrangulándonos, exprimiéndonos y si gritamos, matarile, rile, rile.ron nuestros propios soldados,  policías  y tribunales a su disposición. ¿Por qué?  Una hora laboral en una empresa o comercio instalado en territorio de los EE. UU., para garantizar el consumo que mantenga arriba su mercado interno, la circulación  del dinero y el estilo de vida americano, su seguridad y sus tasas impositivas, etc., tiene que pagarse a unos US$7.00 dólares cada una hora, o sea a RD$227.50 pesos dominicanos.

Esas mismas empresas en nuestro país compiten con sus homólogas en Norteamérica pagando aquí nuestro salario para las grandes empresas equivalente a unos RD$33.33 pesos y centavos dominicanos la hora, teniendo cada obrero menos protección  y produciendo más volumen por  hora.  La diferencia de RD$193.67 por hora representa a) el aporte del trabajo criollo a la plusvalía o beneficio bruto del capital transnacional, b) Es de donde salen las reducciones  de  precios  de  ese  producto  para  su competitividad en el mercado internacional. Cuando una transnacional reduce el precio de un producto, regala el esfuerzo, la capacidad técnica, profesional, intelectual de nuestros profesionales, obreros y empleados, más los otros obsequios de nuestros gobiernos, para que aumenten ellos sus rentas y les den su partecita.

Enviar a los indocumentados de regreso a nuestros pueblos y restringir visas para nuevos ingresos de latinoamericanos, aumentaría la disponibilidad de mano de obra local, la que por la ley de la oferta y la demanda se abaratará generando la profundización del abismo sin fin jamás rellenable de nuestra pobreza y colonización. Por éstas y más razones, en América Latina nadie está excusado por su indiferencia ante esa política.

Los promotores de dicha ley no previeron lo que sucede.

Entre 12 y 14 millones de indocumentados luchan unidos por conquistar derechos que aún no les corresponden.  Tras de ellos allá y aquí, no podemos ser indiferentes a una causa que liga nuestro destino común.

Esta unidad hispana en EE.UU., si se sostiene, puede posicionarse a la vanguardia por nuestros derechos y otra reinvindicaciones cruciales continentales, asentándonos en los Estados de la metrópolis norteamericana, que también es la nuestra. Allí somos una nación, probablemente más numerosa que las de los distintos lugares de  donde provenimos. ¿Por qué no podemos allí constituir gobierno y hacernos representar por él?

La historia como las ciencias suelen tener inesperados actores, escenarios y cursos insospechados.  Propongo la creación de un comité de solidaridad con las luchas hispanas en los EE.UU.         

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