No existe en la historia de nuestro país el tipo de héroe jurídico.
Moisés, Salomón, Licurgo…y otros grandes dieron a la humanidad un invaluable legado de leyes. Salomón fue un gobernante celebrado por su sabia justicia.
Sin embargo, en nuestros países, los héroes son hombres de batallas…luchadores contra la dominación extranjera y contra dictaduras.
Acaso, también, casi todas nuestras leyes son copiadas o adaptadas de constituciones europeas; nacidas del derecho romano, inspiradas en la Revolución Francesa, los independentistas de Norteamérica, y legisladores de otras naciones.
Pero el héroe, su perfil, su retrato y su fotografía suele ser más bien: un hombre a caballo con una espada, o el retrato de un civilista que ofrenda su vida por la liberación y la identidad de una nueva nación.
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Pero jamás pensamos que la próxima foto podría ser el de una mujer, o varias mujeres y hombres cuyas cabezas exhibirían birretes de abogados y magistrados.
Y es que, casi increíblemente, la mayor hazaña que necesita nuestra patria actualmente es la de un Ministerio Público comprometido, capaz de hacer valer las leyes de nuestra defectuosa y tambaleante democracia. Especialmente cuando las leyes han sido sistemática y tradicionalmente abusadas por los gobernantes y los poderosos, incluyendo hasta el tigueraje callejero, y el inmanejable de las drogas y el lavado de activos.
Que bella foto, que ennoblecedora imagen las magistradas y los magistrados, que llevan a cabo el juicio a los que abusando de sus poderes de gobernantes se burlan de las leyes, que de una manera increíble despilfarran el tesoro nacional, nuestro erario, pensando, al parecer, que nuestra sociedad y nuestra justicia sería absolutamente incapaz de contar con gentes serias, honorables, con suficiente dignidad y coraje para afrontar la mayor desgracia histórica de nuestro país: La corrupción y la impunidad.
Que la fotografía de doña Miriam Germán, la de la licenciada Berenice… esa pléyade de jóvenes valiosos y valientes, con sus miradas claras, afirmando categóricamente que detrás de sus acciones legales no existen otras cosas que pruebas abundantes sobre los delitos de lesa patria.
Hace años que el corazón de la patria no se sentía tan fuerte el latir de la esperanza de un futuro cierto para nuestra nación; según la inspiración de los patricios trinitarios.
Al fin van creciendo las ganas de celebrar nuestra nacionalidad. No por baraturas populachentas y pseudo folclorísyticas, ni superficialidades de marketing de un paisaje en el cual no han sembrado ni una palmera ni una mata de yuca.
La alegría viene de esos rostros que nos dan la esperanza de que la decencia es todavía posible en nuestro país.
Esos rasgos encarados contra la corrupción, deben ser modelos para que nuestros pintores y escultores vayan copiando el perfil de la seriedad y la verdadera vocación del nuevo tipo de héroes que debe surgir en nuestro país. No solo en los estamentos de la justicia sino igualmente en cada dependencia administrativa y de dirección de nuestro Estado.
Que Dios los bendiga, y la patria los reconozca, los proteja y los aplauda. ¡Estruendosamente!