Nueva Arawak abre con una muestra espléndida

Nueva Arawak abre con una muestra espléndida

Arawak estrenó su nuevo local, deslumbrando a quienes visitaron la galería y su exposición inaugural. En un segundo piso del ensanche Evaristo Morales, une la seducción de una flamante arquitectura interior, con una óptima distribución de los espacios e instalaciones soñadas para el arte contemporáneo, sin que olvidemos mencionar el amplio balcón-terraza, el cual invita a subir y mirar.

Sala multiuso con prioridad para talleres y educación artística, cómoda oficina directorial, adecuado depósito para obras de distintas categorías son las habitaciones necesarias en este “apartamento de arte”, donde el gran salón en L parece diseñado con fines del mejor lucimiento de las obras expuestas. Tanto la colocación inteligente de las piezas, bi y tridimensionales, como una excelente iluminación confieren realce, en su conjunto e individualmente, a cada creación expuesta, todas incuestionables desde el concepto hasta la terminación.

No se podía esperar menos de Mildred Canahuate, enérgica, luchadora, positiva siempre. Al tomar la decisión de mudar su ya tradicional centro de exposiciones y actividades paralelas –una institución…–, tenía que ser en busca de una óptima y acogedora sede con visión de futuro. El nuevo Museo del Dibujo es la próxima meta, la cual merece con creces que se otorguen fondos a una entidad privada de servicio público desde hace muchos años.

La exposición. Afirmamos que una galería de arte debe (im)poner una orientación, y no confundirse con una mezcla de estilos y tendencias ofrecidas al mejor postor… Arawak III (la primera tuvo sede histórica en la avenida Pasteur), ha elegido para su propuesta inicial una producción coherente, a la vez exigente y abierta, de esmerada factura, sin disonancias visuales ni hermetismo. Observamos una continuidad, desde personalidades forjadoras del arte contemporáneas –Johnny Bonnelly, Antonio Guadalupe, Luis Nova, Fernando Varela– y valores emblemáticos de la actualidad –Pascal Meccariello, Iris Pérez, Belkis Rámirez, Ángel Urrelly–, hasta valores de avanzada más recientes –tres “José”… Almonte, Lévy, Pelletier–. Lo admirable es que no hay fractura entre generaciones… y que una superficie relativamente pequeña albergue una gran exposición, testimonio decisivo de una realidad estética nacional en marcha.

Tanto dibujo como pintura, nos impresiona el mundo celular gigante de Fernando Varela, en blanco y negro, que articula su creación presente a su etapa anterior. Sus formas y formatos anuncian la alta calidad de la muestra… Una revelación han sido las fotografías manipuladas de Luis Nova, donde la tecnología fortalece el impacto visual de un mundo vegetal fascinante: la sofisticación de ese fotógrafo magistral ahora triunfa.

Las cajitas y ofrendas de rosas por Iris Pérez, un ejemplo encantador de arte-objeto y la mezcla de grafitis, se espacian y se siguen en una muy lograda instalación de pared. Frente, otra línea de esculturas-objetos, urnas homenajes a “mangas” dominicanos, propone una formulación exquisita de la especial heroicidad e investigación de Pascal Meccariello. Le responde Johnny Bonnelly, iconoclasta genial con su “canoanización”, reciclaje rebosante de humor… ejemplar además en verticalidad, proporciones y ejecución.

Una cualidad más de esta muestra reside en su virtud inspiradora de nuevos cánones en los expositores. Ángel Urrelly, formidable adquisición para la contemporaneidad dominicana, trata en versión pastel, su planimetría de la ciudad, un deleite de red, ritmo y color. Y cuánta satisfacción encontrar expresiones abstractas, con el lirismo gestual, contrastante y sustancioso de José Pelletier, y las incursiones aero-espaciales de José Almonte en sus conturbados azules. José Lévy, otro talento a impulsar, enfoca una construcción urbana, a la vez luminosa y temible.

Pata esencial de Quintapata, Belkis Ramírez revisa nuevamente sus configuraciones de modo contundente, acorde con su oficio fundamental de “trabajadora” gráfica de la madera: ¡son ensamblajes impresionantes y aguardamos los próximos! El pequeño formato no impide que ritmos, tonalidades y elementos interiores de Antonio Guadalupe llamen armoniosamente a una lectura abierta… y sugieran llevarlos a una escala monumental. Dos escuetas palabras bastan para concluir: Mildred, ¡bravo!

 

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