Nueva Barquita recibirá otras 20 familias; piden terminar escuela

Nueva Barquita recibirá otras 20 familias; piden terminar escuela

En el proyecto residencial La Nueva Barquita se preparan para recibir el próximo lunes a otras 20 familias que serán propietarias de los apartamentos construidos por el Gobierno y asignados de manera gratuita.

La prioridad de muchas de las madres ahora en La Nueva Barquita es que el Gobierno acelere la construcción de la escuela, para que los estudiantes puedan iniciar el nuevo año escolar en ella, porque de lo contrario, deberán desplazarse a la zona de la vieja Barquita, pagando diario 200 pesos de pasaje.

Una tercera etapa de mudanza de 20 familias también llegará en los próximos días. Los primeros favorecidos con viviendas, el pasado 30 de mayo, los esperan ansiosos y oran por ellos cada vez que llueve, porque están en el trayecto de la crecida del río Ozama.

En La Nueva Barquita muchas de las personas beneficiadas con apartamentos están enfermas. Hay muchos minusválidos y adultos que sufrieron derrames cerebrales o trombosis. La gente clama por asistencia médica y ayudas sociales.

Esta comunidad, que vio el sueño de tener una casa digna, está integrada por familias de escasos recursos, la mayoría sin empleo, y los que laboran, dependen de oficios informales.

Son trabajadoras domésticas; gran parte de las mujeres y los hombres suelen ser empleados informales, en mercados, el transporte público, sector de la construcción o vendedores por cuenta propia. Testimonios de cambio. A medida que la obra de construcción de más apartamentos avanza en La Nueva Barquita, en el municipio Santo Domingo Norte, para ampliar la urbanización que acogerá a cientos de familias que habitan todavía en La Barquita de Santo Domingo Este, Virginia López sigue sintiéndose reina. Fue la primera persona en ser trasladada a La Nueva Barquita el pasado 30 de mayo, lo que consideró “regalo del Día de las Madres”.

Aún tiene viva la emoción que sintió cuando a su casa, que se inundaba con la crecida del río Ozama, llegó un camión cerrado de la Presidencia de la República a efectuarle la mudanza para su apartamento, en el primer nivel del bloque B-8.

Esta mujer, que profesa el evangelio y que una noche no pudo conciliar el sueño, luego de que un ratón le cayó en la cama y se le envolvió en el pelo, pasó de tener un río en la puerta de una casa techada de zinc, a vivir en un apartamento con un parque de niños frente al balcón.

Se le ve sosegada y alegre. Muy optimista se encontraba López ayer. De su nueva casa le gusta todo, confiesa. Se acostumbra a la comodidad de un apartamento con tres habitaciones, baño en cerámica, área de lavado, pasillo con closet incrustado a la pared para la ropa de cama y las tollas; sala espaciosa; una cocina con fregadero, 14 gavetas y un desayunador.

Es mucha bendición, dice y suspira, mientras pelaba papas y tayotas para la sopa que comería con la hija de crianza y el niño de esta. Para que no quede duda, López mostró su casa a redactores de HOY, la cual tiene abierta en puertas y ventanas, con el placer que le da ver desde la ventana de su cama un área de juego de niños.

Más felicidad embarga a Isabel Ramírez, en el apartamento B10, madre soltera de dos niños, con la pierna izquierda amputada y desempleada. No crea que esto la oprime. No para de sonreír, pese a narrar que la picadura de un animal cuando niña, obligó a la cortarle su extremidad inferior.

Ramírez, apodada Yamirka afirma que su casa de madera y de zinc se llenaba de agua. “Cada vez que llovía, me la pasaba mirando el cielo para evitar que se mojaran mis cosas”. Camina con ayuda de dos muletas. Espera ser contratada en algo dentro del proyecto.

Carmen Méndez es una joven mujer que labora en una casa de familia, con dormida. Sus dos hijos, adolescentes quedan solos. Son huérfanos de padre. En La Barquita usaban el baño de una vecina. Méndez cree que el regalo de su apartamento es una bendición de Dios, algo como una “tierra prometida”.

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