“¡¡¡Heyyyyy!!!…. ¡Píndaro!… ¡Cuántos payasos por doquier en nuestro país!… hay comedias por todas partes… Un montón de gente coge las cosas de vaina y baraja… mientras otros bajan el lomo hasta más no poder…” –cacarea el Tío Mario-.
“Jajajajajajaja”– ríe a carcajadas el amigo Píndaro y exclama- “Así es la vida cuando las cosas se sazonan y se comen, buscando resultados aromáticos sin haberlas cocinado, o cuando se quiere fuñir a alguien por algún interés pecuniario o político…”.
“Sí –interviene el Tío Mario-, es que acabo de leer que las comedias en nuestras películas dan más cuartos a la industria cinematográfica que las que tienen una trama que provocan traumas en los que pagan sus cuartos por verlas…”.
“¿Y qué tiene que ver esa jeringa de que hablas con ‘los payasos’ que andan por doquier en nuestro país? –pregunta Píndaro.
“Ahhhh…. Es que, mientras nuestros cines intentan alegrar a los que asisten a ver una película de payasos, muchos en las calles se aprovechan de la política o quieren aprovecharse de los políticos, y viven haciendo payasadas…” –expresa el Tío Mario-.
“¿Cómo es eso?…. -interroga Píndaro-… No entiendo que alguien se valga de triquiñuelas para asegurarse “su futuro” sin permitir que se complete una tarea asumida… Da pena cómo se utilizan los medios de comunicación, para procurar crear el caos administrativo de una dependencia pública, utilizando argumentos ya desgastados pero que, por su impacto mediático, hacen roncha en la cabeza del área a la que se presiona…”.
“¿Te refieres a lo mismo que yo, Píndaro? –pregunta el Tío Mario-… ¿Acaso te viene a la mente la presión que hacen varias dependencias del área cultural, para que les aumenten salarios que, aunque más que merecido dicho aumento, nos recuerdan actitudes públicas y de ‘protestas’ previo a cada 27 de Febrero, ó 16 de Agosto, de cada año?… Para estas fechas, se presagian vientos huracanados en aquellos ministerios que tratan de ser eficientes con lo que tienen, sin diferendos de partidarismos trasnochados… ¡Qué pena que eso sea una práctica aún vigente y que se mantenga así en nuestro país como reflejo de intereses personales y sectoriales…”.
“Lo grande de este escenario -comenta Píndaro- es que, según pude ver en los diarios, en una de las caminatas hacia la sede de la cartera oficial algunos de los participantes, justo al pasar frente a la sede del partido en el poder, gritaron expresiones directamente relacionadas a uno de los candidatos cuya tendencia pudiera no ser necesariamente la de quien ocupa esa dependencia….. Huuuum…. Esto huele a una comedia trágica para hacer llorar con lágrimas de cocodrilo a algunos y, al mismo tiempo, sacar provecho de un movimiento de masas que, justificadamente y por historia, es un clamor no de esta época sino desde los tiempos de “la guácara”.
“¡Diantre!… ¡Cuánta razón tienes, Píndaro –exclama el Tío Mario-, ahora que lo mencionas, ha sido una constante en este paisito de Dios que, para cada fecha relacionada a festividades patrias, o de interés político, algunos sectores vulnerables son sometidos a presiones que, a la postre, luego sus aguas vuelven a sus niveles originales… ¿Qué se ha logrado entonces?… ¡Nada!… Ahhhh, sí… se logra hacer saltar de su puesto a una persona que, independientemente de su trayectoria personal –pues eso se debe respetar- los medios han informado que su gestión ha sido la de canalizar proyectos que están tocando las fibras de los grupos en el segmento cultural que, muy raras veces, habían tenido la oportunidad de organizar apropiadamente para beneficiar a sus comunidades…”.
“No te preocupes, Tío Mario… -exclama Píndaro-… que esta que se ha desatado, como en años pasados en los que se ha tratado de pescar en río revuelto, se ha convertido en… ¡una nueva comedia triste en cartel!”.