Nueva diplomacia

Nueva diplomacia

ALEJANDRO HERRERA CATALINO
Existe una generalizada creencia que afirma que el mundo de hoy se rige por una nueva diplomacia, es decir por la diplomacia comercial, la diplomacia económica, por el real paradigma que sustenta las relaciones entre las naciones.  Sin embargo,  pareciera que esa creencia no es la misma que se percibe en los países del tercer mundo.

Una posible forma de avalar esta última creencia, que en cierta forma podría verse reflejada en nuestra realidad, es ilustrando dos ejemplos.

El primer ejemplo se refiere a la inclusión de la RD entre los países socios del gobierno de los Estados Unidos para negociar un tratado bilateral de libre comercio. Este hecho, no debe sorprender a nadie si partimos de que el mundo se rige por una nueva diplomacia que tuvo sus antecedentes o ensayos hace aproximadamente diez años con el Tratado de Libre Comercio del Norte entre EE.UU, México y Canadá. Luego con la invitación de Chile y Centroamérica y finalmente de la RD el pasado año 2003.

Y si estas realidades no nos resultan aún convincentes, pues entonces tornemos la memoria hacia el pasado y veamos como se manifestaban los vínculos de los EE.UU con los países de Latinoamérica y las pequeñas naciones de Centroamérica y el Caribe, las cuales fundamentalmente respondían a un patrón de otorgamiento de asistencialismo, preferencias comerciales, y en épocas anteriores, a intervenciones directas en la esfera política como registra nuestra historia en los años 1916, 1965, 1978, y 1994. En esa época la influencia en la esfera política regia a los aspectos económicos. Era una diplomacia que a la luz de lo que hoy acontece lucía pasiva en sus objetivos económicos lo cual dificultaba descifrar a cual sector económico buscaban beneficiar las potencias hegemónicas con sus intervenciones en la esfera política de las naciones del tercer mundo. Sin embargo, la diplomacia de hoy es activa y visible en sus objetivos comerciales y económicos, es una diplomacia que expresa la necesidad de conseguir socios comerciales en vez de aliados políticos.

El segundo ejemplo se refiere a la reacción y legítima postura publica del embajador Hans Hertell, y con ella la de su país los EE.UU, oponiéndose a capa y espada a la aprobación y demandando la derogación del impuesto del 25%, aprobado por el Congreso de la RD, a las importaciones de los edulcorantes utilizados básicamente en las industrias de bebidas gaseosas y refrescos porque no beneficia a los productores de maíz y otros rubros agrícolas ricos en fructosa de los EE.UU.

De esos dos, particularmente de este último ejemplo podemos extraer valiosas lecturas. Una es que la imagen que ha proyectado la RD hacia el mundo es la de improvisar instrumentos de políticas comerciales ante las improvisaciones incurridas en los recientes procesos de apertura y negociaciones comerciales sin darnos cuenta de que nos exponemos a sanciones y a ser desconocido un derecho constitucional doméstico al chocar con normativas multilaterales de la nueva diplomacia, dado el hecho de haber recurrido a instrumentos de la vieja diplomacia que conducían al bloqueo, las prácticas desleales, y las rupturas comerciales en los años 60s y 70s.

Otra lectura revela que los códigos diplomáticos con que domésticamente se maneja el estado son distintos a los de otros estados. Uno es el código del ejecutivo, otro es el del sector privado y la sociedad civil y otro es del congreso. Por eso no hay consenso entre ambas naciones y las reacciones se perciben improcedentes.

Una última lectura deja claramente evidenciado que al calor de los debates en torno a esta nueva diplomacia, muchos de nuestros lideres aún reflejan la creencia de que somos una isla aislada del mundo, cuando opinan sin considerar en sus apreciaciones que el derecho soberano que tienen nuestros congresistas para imponer sanciones unilaterales, también lo tienen los congresistas de otras naciones de las cuales somos más dependientes en varios ordenes, hechos que resultan más cuestionables si las mismas indisponen a nuestro principal socio comercial y al país que emite el mayor flujo de inversiones hacia nuestro país.

En todo caso está mas que claro con los ejemplos referidos para prevenir en los acontecimientos por venir que las instancias a tomar decisiones referentes a las relaciones del país con otras naciones deben homogenizar sus actuaciones en el sentido de que las decisiones tomadas por cualquier poder del estado deben seguir un patrón coherente al marco de la nueva diplomacia, es decir al marco de la diplomacia comercial, de la diplomacia económica, la que para mucho siempre ha representado a la diplomacia real.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas