Nueva dirección del Ballet
Nacional presentó espectáculo

Nueva dirección del Ballet <BR>Nacional presentó espectáculo

POR MARTHA MINIÑO
La nueva dirección del Ballet Nacional Dominicano (BND) presentó un espectáculo de danza en la Sala Manuel Rueda, en el cual participaron como invitados los bailarines Mercedes Morales y Víctor Ramírez, de la compañía Ballet Roto. La nueva directora de la compañía estatal de danza es Mónika Despradel, quien posee un extenso currículum, con experiencia tanto en el país como en el extranjero, no sólo en la danza, sino en la actuación y la producción de espectáculos.

Para este montaje se ofrece una visión un tanto más fluida y diversificada del BND, que otrora languidecía y diversifica el campo de la actuación, no limitándole a las áreas clásicas y neoclásicas como se estilaba.

Su nueva directora abrió el espectáculo, el cual inició muy pasada la hora, con unas palabras al público y un video de los logros alcanzados por la compañía, el cual fue muy extenso y más bien lució como una elegía.

En esta producción se inicia, como es de rigor, con una pieza del repertorio clásico tradicional, El Corsario, uno de los “pas de deux” más exigentes, que precisa de fuerza, concentración y técnica, así como del trabajo en pareja. Fue interpretado por Lisbell Piedra y Maikel Acosta, ambos extranjeros residentes en nuestro país, en un montaje del BND.

En esta ocasión pudimos apreciar a un Acosta fluido, grácil y conciso, con buen término de los pasos y los tiempos, pero que requiere un mejor trabajo de los brazos que mantiene muy bajos. Su pareja, Piedra, luce muy técnica, se mantiene rígida y trata con el cuello de alargar su figura sin éxito, lo que le brinda mayor rigidez. No se pudo apreciar un buen trabajo de pareja, puesto que lucen muy disímiles entre sí y tensos.

“Entrega” es un trabajo de Mónika Despradel e interpretado por Silvia Crespo y la soprano lírico Marianela Sánchez, quien cantó sobre la pieza de Plácido Domingo de Dominic Miller, Misa Criolla, Kyrie.

Fuera de sus predios clásicos, la señora Crespo interpreta con fuerza y de manera muy concisa esta pieza de carácter neoclásico y cuyos movimientos se ven realzados con la vestimenta sinuosa y fluida, diseño que permite el libre movimiento y la apreciación del mismo. El símbolo de la cruz se desarrolla con un lienzo  que cruza a los extremos y un foco que cae cenital y que nos recordó mucho a viejos trabajos de Mauricio Fernández.

La corta duración de la pieza, el carácter sacro de su música y su concepto escenográfico junto a la coreografía y su vestimenta, hacen de ella un trabajo de mucha fuerza y que requiere gran concentración de su intérprete. Tal vez esta pieza pudiera obtener más si la iluminación hubiese sido efectiva, ya que la cara de la bailarina no estaba iluminada.

TERCER MOVIMIENTO

Le continuó Entrelazados, con coreografía de Armando González y música de Juan Sebastián Bach, y de la cual presentaron el tercer y último movimiento de la pieza original, que fue montada en el espectáculo del mismo nombre en Bellas Artes y del cual habíamos comentado la similitud entre esta pieza y las Cuatro Estaciones que realizase Carlos Veitía.

En ella se emplea el lenguaje neoclásico y la relación en base a colores y las parejas, en las que nuevamente se pudo apreciar poca coordinación y pérdida de los tiempos, a excepción de González, quien se mantuvo preciso y limpio y de Pastora Delgado.

Participaron además, Lisbell Piedra, Maikel Acosta, Elvis Guzmán, Rosa Acosta, Carolina Silvestre, Danny López, Susana Fortuna, Ariadna Roblejo, Doris Infante.

Se interpretó luego la pieza más aplaudida de la noche, Un hombre y una mujer, basada en el tema del mismo nombre y con la música de Charlotte y Hill, Eleegi for Charlotte y la coreografía de Mercedes Morales, quien también es solista junto a Víctor Ramírez.

En ésta se conjugan el manejo de un buen tema musical, el desarrollo elaborado de un concepto que se plasma en una coreografía ecléctica que aúna diferentes elementos, partiendo del neoclásico hasta lo contemporáneo y la compenetración de los bailarines.

Ramírez interpreta la parte femenina sin dejar jamás de ser masculino y sin caer en lo artificial, en tanto que Morales es la contraparte masculina, que muestra con fuerza y gracilidad.

OTROS MONTAJES

A ello le continuaron tres piezas más del repertorio de Ballet Roto, Imagen de un Sueño, basado en el neoclasicismo, con música de Mullia Inmundo, Paz Sincera-Vivaldi y arreglos de Edwards/Hirschfelder y coreografía de Víctor Ramírez.

La puesta en escena nos lució precipitada con pocos ensayos, ya que se pudo apreciar gran falta de coordinación, en particular los tiempos, en donde cada bailarín terminaba o iniciaba fuera de  lugar, lo que se traducía en poca coordinación en el trabajo de las parejas. En esta pieza se destaca la labor de Elvis Guzmán, bailarín que posee fuerte presencia escénica y buen desarrollo técnico, en tanto que las féminas, a excepción de Pastora Delgado, muestran “port de brass” rígidos, con elevación en algunas ocasiones de los hombros y escasa coordinación con el trabajo del torso y miembros inferiores.

El Inicio del Final es un interesante aporte de danza y actuación que está basado en las Cuatro Estaciones de Vivaldi y un arreglo de voz de Bobby McFerrin y coreografía de Alberto Méndez. Esta obra retrata de forma jocosa y jovial a un hombre y tres chicas, cada una de ellas con una personalidad diferente, por lo que se impone la actuación como base y trabajo en semipuntas, zapatos, énfasis en las extensiones y trabajos en posiciones fuera de lo convencional.

Inicia con Danny López, bailarín de mucha fuerza y técnica bastante bien elaborada, junto a Doris Infante, danzarina que posee mucha proyección y trabajo interpretativo y define el carácter jocoso, que resalta muy por encima de sus dos compañeras, Carolina Silvestre y Rosa Acosta.

El espectáculo finaliza con El Adiós, de Cartas, que inicia con las voces de Nuria Piera, Milagros Germán, Mariasela Álvarez, José Antonio Rodríguez y Jesús Torres Tejada. La música es de Juan Sebastián Bach y la coreografía de Antonio Gómez y en ella actuaron Morales, Ramírez, Despradel, González, Piedra, Guzmán, Acosta, Roblejo y Elizabeth Crooke.

Combina lo individual y de pareja, en el que nuevamente se destacan Morales y Ramírez, Guzmán y González y en el que nuevamente la coordinación como grupo falla en múltiples ocasiones.

El espectáculo mostró deficiencias en el diseño de iluminación, tal es el caso de la pieza Entrega, o bien, bailaban fuera de foco, sin observarse marcado en el piso o laterales  y bailarines fuera de contexto, caras sin iluminar o finales fuera del foco del especial, como en Entrelazado, amén de que los contrastes fueron pocos y se perdían.

Con esta nueva dirección quedan muchas interrogantes: ¿Se renovará la compañía con sangre nueva y fresca? ¿Podrán entrar bailarinas y bailarines, no obstante de cuál escuela provengan, sin importar las ideologías que primaron en tiempos pasados no lejanos? ¿Podrán incorporarse a la compañía estatal de danza los egresados de la escuela de danza contemporánea? Y de ser así, ¿serían más de una compañía?

Sólo el tiempo nos dará las respuestas.

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