BUENOS AIRES. Con cortes de rutas arrancó este jueves en Argentina la segunda huelga nacional del año, convocada por las tres centrales obreras opositoras a la presidenta Cristina Kirchner, que buscan paralizar el país en demanda de mejoras salariales, en momentos en que la economía está en declive.
El gobierno sostiene que los sindicatos opositores que lanzaron esta huelga y prometen más acciones de fuerza para septiembre buscan rédito político.
Cortes y piquetes en los accesos principales a Buenos Aires y al centro de la capital, donde trabajan miles de personas, se organizaron por los grupos sindicales más radicales desde la medianoche del jueves para impedir el paso de algunos transportes públicos, como taxis y autobuses que no se plegaron al paro.
Las consignas centrales de la huelga son la caída del empleo, un impuesto a las ganancias que afecta a gran parte de la masa trabajadora y una inflación indetenible que se vive en un clima de incertidumbre financiera por un bloqueo judicial de pagos de la deuda en Estados Unidos que empujó a la tercera economía de América Latina a un default selectivo.
Maquinistas de trenes, bancarios, portuarios, trabajadores aeronaúticos, empleados de hospitales públicos y camioneros son algunos de los poderosos gremios que pararon sus actividades por 24 horas este jueves y se sumaron a otros sindicatos que el miércoles empezaron la huelga por 36 horas.
Pero no lograron la adhesión del sindicato de los choferes de autobuses, transporte crucial que en el primer paro de este año, el pasado 10 de abril, hizo que fuera un éxito el objetivo de vaciar de gente las calles, los puestos de trabajo y las escuelas.
No obstante, algunos choferes de rutas que están con cortes interrupieron sus servicios y otros exigieron al Gobierno que garantice medidas de seguridad.
«El paro va a ser muy importante. Los colectivos están, ahora hay que ver si los van a conducir», dijo Hugo Moyano, principal líder de la protesta y jefe de la CGT-Azopardo, el sector antikirchnerista de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT).
Los sindicatos denuncian que la inflación anual superior al 30% castiga sin piedad los bolsillos de los asalariados en momentos que la tasa de desempleo creció de 7,1% a 7,5%.
Para el gobierno «no hay ninguna duda que éste es un paro de naturaleza política, con un objetivo opositor, gran parte de estos sindicalistas forman parte del alineamiento político del arco opositor», sostuvo en rueda de prensa el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
– Cortes y enojo en las calles – El jueves en la mañana circulaban taxis y algunos autobuses por zonas residenciales de Buenos Aires, mientras el metro de la capital tenía tres líneas que acataban la huelga y otras tres funcionando.
Durante la jornada no esperan marchas ni concentraciones en la capital, tal como pidieron los convocantes. Sindicatos radicalizados y agrupaciones de izquierda marcharon el miércoles por el centro de Buenos Aires también en denuncia de la situación económica que atraviesa el país.
El sector opositor de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), que reúne sobre todo a empleados estatales, inició al mediodía del miércoles una huelga de 36 horas que este jueves coincidirá con el paro de 24 horas convocado por otras dos centrales obreras, también opositoras a la presidenta Kirchner. «Son los mismos reclamos que hicimos el 10 de abril (en la primera huelga nacional del año) pero, ahora, agravado por despidos y suspensiones.
Cuatro meses después, el poder adquisitivo ha decaído de manera significativa», señaló Pablo Micheli, líder de la CTA opositora. El otro sector de la CTA y el sector kirchnerista de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT) no adhieren a la huelga.
Los manifestantes reclaman que se prohíban los despidos y suspensiones por un año y la derogación del impuesto sobre los salarios medios y altos.
También piden la reapertura de las negociaciones colectivas, debido a la inflación, que acumula 16,7% entre enero y julio, según datos oficiales y casi 40% de acuerdo a la medición de consultoras privadas que difunde la oposición en el Congreso. Los partidos de la izquierda trotskista tienen previsto un diagrama de cortes de rutas en varias provincias de todo el país pese a que la convocatoria central a la huelga no contempla marchas ni actos.