En verdad resulta evidente la hipocresía y cinismo que se desencadena contra China, ya sea por blanco o por negro: el objetivo es denigrarla. Sin embargo, para quienes no se limiten a consumir noticias y se detengan a analizarlas, resulta verdaderamente ridículo.

Ciertamente, China está sufriendo una dura situación con un virulento rebrote de casos. Las autoridades conocían los riesgos y se acogieron, sin dudar, a la estrategia de “tolerancia cero” que si bien en lo sanitario resultaba efectiva, en lo humanitario exasperó a una población que se resistió a los protocolos de confinamientos masivos, pruebas obligatorias y demás medidas de contención. El Gobierno se vio compulsado por la protesta social a revertir esa estrategia, publicando un nuevo protocolo de control contra el COVID-19 centrado en vacunación con dosis de refuerzos, especialmente a los ancianos que han sido más resistentes a la misma, y llamando a la ciudadanía, ahora también preocupada por el brote, a prestar atención a medidas personales de prevención.

Los pronósticos occidentales, sazonados con manipulaciones geopolíticas, vaticinan millones de muertes, hospitales saturados y funerarias desbordadas. Se olvidan de la capacidad de maniobra sanitaria mostrada por China cuando estalló sorpresivamente la pandemia a finales de 2019. De acuerdo con OMS, devenida ahora algo crítica con Beijing, no se encontró en China, en visita que acaba de realizar, ninguna variante nueva y ni siquiera la XBB y XBB1.5 responsables del 44% de los casos aparecidos en EEUU con gran capacidad de contagio (datos oficiales). Esta última derivación se ha detectado ya en 30 países. La epidemióloga responsable en la OMS reconocía que es la “subvariante más transmisible que se ha detectado hasta el momento”. Esa, aún, no está en China. ¿Entonces, preguntémonos a qué viajeros aplicar restricciones, y dónde?.

En EEUU de diciembre 29-3 de enero fueron internados 6519 pacientes promedios diario. Los CDC estadounidenses reportaron 21-28 de diciembre 402,525 contagios y 2,530 muertes. Para los expertos esta variante que azota a EEUU y Europa muestra gran capacidad de evasión inmunitaria.

Contradictoriamente, los CDC europeos señalan que las variantes en circulación en China “no suponen desafío para la respuesta inmunitaria”, por tanto, las medidas anti chinas son geopolíticas no sanitarias.
Mientras que en todas las economías desarrolladas las muertes por COVID-19 superan los 10 millones, en China, hasta el 5 de este mes los casos eran algo más de 460 mil. Nada más lógico que las naciones se protejan, pero resulta perverso politizar los casos.