Nueva lección para los gobiernos

Nueva lección para los gobiernos

Aunque no muchos economistas parecen no estar aún convencidos, el origen de la crisis de los años 80 fue una continuación de los desaciertos de políticas económicas aplicadas en los años 70 en que imperó el modelo agroexportador tradicional que a su vez prohijó la política proteccionista a los productores locales.

Aunque al principio y durante aquella década parecía irle bien al país, la situación llegó hasta el colmo de permitirse los gobiernos de turno efectuar emisiones monetarias inorgánicas para proteger empresas estatales.

Tales emisiones monetarias extraordinarias fueron el elemento que más se destacó en el contexto de la crisis subsiguiente que estalló en los años 80 cuando la insolvencia de la deuda externa afectó a la República Dominicana al igual que al resto de países de América Latina cuyos modelos económicos caducos se mostraban incapaz para continuar adelante el crecimiento económico.

Aún después de la crisis económica que afectó al país al principio de la década de los años 80 (la «Crisis de la Deuda») y que se incubó en la década de los 70 debido a la tosudez de las autoridades por prolongar este modelo, el problema fiscal siguió siendo el obstáculo para soliviantar políticas económicas que propulsasen el desarrollo.

En cambio, tras haber experimentado el país a principioa del 2003 una de las crisis originadas por una situación hasta ahora no vinculada a un déficit fiscal relacionada con déficits originados por altas emisiones del gobierno, el problema de mantener el equilibrio fiscal como un sostén de la estabilidad macroeconómica ha pasado al primer plano.

[b]Una gran lección[/b]

El año 2003, que fue testigo de una de las peores crisis económicas de los últimos tiempos en el país, pues según consigna el Banco Central en su Boletín Económico anual al 2003, el país cerró con un déficit fiscal ascendente a -19 mil 310.7 millones, debido a la crisis financiera que afectó a la banca comercial y que originó una grave crisis económica al país.

Anteriormente, debido a los efectos del «choque externo» a la economía en el 2002, el país había experimentado un déficit fiscal importante, pero menor de -10 mil 859.0 millones.

A partir de este momento, para los próximos gobiernos la vigilancia de la estabilidad fiscal pasará a un primer orden, debido a que toda la estabilidad económica sostiene su eje alrededor del buen desenvolvimiento de los ingresos y gastos públicos.

Tal sistema de vigilancia logró más o menos progresar desde que durante el gobierno del doctor Joaquín Balaguer, hacia 1990, el país cayó en una de las peores crisis económicas registradas en su vida contemporánea, precisamente causada por grandes problemas fiscales acumulados desde 1986.

De hecho, entre 1991 hasta 1994 se logró mantener un cierto margen del equilibro macroeconómico sostenido por un buen criterio en las aplicaciones de políticas económicas relativamente bien encausadas.

Aunque el país no lograba resolver los grandes retos que han significado los elevados niveles de pobreza, carencia de servicios sociales básicos, las autoriades mínimamente lograron solventar dichos gastos gracias al relativo equilibrio fiscal hasta entonces.

Hacia 1994, al irrumpir nuevamente los comicios de esa fecha, el gobierno del fenecido ex-presidente Balaguer rompió el molde que le habían impuesto al país los organismos internacionales a través de un acuerdo «Stand By» con el Fondo Monetario Internacional (FMI), permitiéndose incrementar las emisiones monetarias para lo cual colocó al político y abogado doctor Mario Read Vittini al frente del Banco Central. La pérdida de la estabilidad macroeconómica fue estrepitosa, lo cual obligó, pasados los comisios, a remover al dirigente político reformista.

El arribo de un equipo económico del que se rodeó el gobierno desde 1994 y que disponía de mejores conocimientos y disposición para efectuar cambios en la política económica, y habiendo el gobierno observado los desastres originados por los desaciertos precedentes conminaron a las autoridades a ser más prudentes en el gasto público.

Desde fines de 1994 una época de prudencia en el manejo de dichas políticas contribuyó al período más prolongado de estabilidad macroeconómica de que tenga conocimiento el país en su historia desde los años 80 en adelante.

[b]La nueva crisis[/b]

A pesar de lo aparentemente bien aprendidos que el país y los gobiernos quedaron tras las lecciones de los años 80 y 90, nadie podía imaginarse que la ruptura del equilibrio fiscal al país sobrevendría a través de un sector que como la banca comercial, había estado involucrada en las anteriores crisis, pero como caja de resonancia donde la crisis estallaba con diferentes matices, una vez los desequilibrios macroeconómicos estimulaban las fugas de capitales.

Por tanto, la crisis bancaria que emergió en el año 2003 y que se reflejó en la quiebra de tres instituciones bancarias (Baninter, Bancrédito y Mercantil), tuvo sus raíces en problemas de liquidez originados por un manojo impropio de las instituciones, ante la carencia de políticas rectoras de las instituciones financieras que nunca contaron con una efectiva supervisión.

A la fecha, la mejor lección que han extraído las autoridades, economistas y políticos reside en la necesidad de incrementar los controles no solamente a la banca, sino a todas las empresas establecidas en sectores estratégicos de la economía que estén vinculadas al manejo de los flujos monetarios, tanto internos como externos.

«De ahora en adelante -según lo expresa el economista Pavel Isa Contreras-, los gobiernos mantendrán una más amplia tendencia a la vigilancia del comportamiento del sistema financiero y de empresas locales y extranjera cuyas repercusiones en la economía del país puedan causar efectos nocivos al equilibrio fiscal gubernamental».

Se trata, de acuerdo con el economista, de una situación que el país no había experimentado hasta ahora «en vista de que no se conocía en el país el precedente de que problemas fiscales proviniesen precisamente de desequilibrios de caja en el sistema financiero».

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