Se está creando una nueva narrativa sobre el consumo de arroz, no es que engorde, que los “barrigones” se deben al alto consumo del cereal y otras atribuciones malsanas, no, se trata de satanizarlo porque para producirlo se consume mucha agua.
¿Alguien se ha detenido a pensar en los efectos que tendría una decisión que prohibiera a los dominicanos dejar de consumir arroz y plátanos? Son dos pilares de la dieta y la cultura alimentaria del país. Me ha tocado escuchar en los últimos días tras participar en eventos relacionados con la producción de arroz y de plátanos, el argumento de que debemos dejar en lo posible de consumir arroz y hasta dejar de sembrarlo para salvar el agua.
Solo de pensarlo, se me ocurre que es una herejía. Es que después de México somos el país de América Latina que más consume arroz, un promedio anual de 127 libras por persona.
El cultivo de arroz comenzó en la isla en el año 1494, dos años después de la llegada de los españoles. Se adaptó bien al clima y la población lo consume grandemente.
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El 80 por ciento del agua de la isla se consume en la producción agrícola y se destaca la gran cantidad de agua que se invierte en la producción del cereal. En sus inicios era de secano, o sea cultivado en tierras llanas que se preparaba especialmente para la siembra y era irrigado por las lluvias, así duro hasta el año 1919 cuando se introdujo el riego en su producción.
Cuando los expertos en agua atribuyen al arroz el gran consumo del agua, los que escuchaban la charla determinaron que debía concebirse un plan para reducir la producción del cereal cuando en realidad lo que debemos hacer es cambiar la forma de producirlo.
Existen tecnologías para el ahorro del agua en la producción agrícola. La cultura de producción debe ser modificada para evitar el desperdicio de agua y para hacer sostenible y asegurar la provisión de arroz.
En Colombia lograron una excelente producción de arroz de secano durante la pandemia, lo hicieron como experimento para asegurar el alimento y ha sido todo un éxito.
El arroz de secano solo recibe el agua de lluvia, no requiere ser regado como el arroz de agua, fue una alternativa para garantizar la seguridad alimentaria que buscó Colombia en la Pandemia. Es de producción natural y el control de plagas se genera a base de bio preparados lo que aporta al consumidor un producto totalmente orgánico.
Producido en el sur de China hace nueve mil años, el arroz se cultivó en la isla y por primera vez en América en el segundo viaje de Colón en 1494. Es el producto de mayor consumo en el mundo, con un consumo per cápita mundial estimado en 42.4 kilos al año.
Si dejamos de sembrar arroz porque consume mucha agua estaríamos condenando a la población local y mundial a una gran hambruna, porque el arroz es un alimento que proporciona grandes nutrientes al estar al alcance de la mayoría y junto con el agua es un gran alimento del que no debemos prescindir.
Se impone la racionalidad en el uso del agua, y el equilibrio para la producción del cereal, pero jamás eliminarlo de nuestra dieta.