Nueva York chiquito

Nueva York chiquito

En su exitosa primera campaña electoral, el presidente Fernández incluyó en sus promesas convertir a Santo Domingo en un Nueva York chiquito. El ofrecimiento lució utópico, sin embargo, el Metro (Villa Mella “Subway”), elevadas torres (nada que ver con la Atiemar) y una delincuencia vinculada al narcotráfico con ribetes horripilantes, son ejemplos de una aproximación hacia ese objetivo, con sus aspectos positivos y negativos.

No hay dudas de que la promesa tuvo un componente simbólico y objetivamente imposible, porque las realidades son diferentes debido a factores geográficos, políticos, culturales y económicos poderosos y por eso, precisamente, las cosas de Nueva York que hemos tratado de copiar han salido estructuralmente incongruentes, evitando el disfrute o aprovechamiento de sus virtudes. No se trata solamente del Metro, las “narcotorres” y la delincuencia, sino también la adopción de medidas que han resultado efectivas en esa ciudad y que aquí son inaplicables.

Un ejemplo es el reclutamiento de 2000 nuevos policías, remedando el programa adoptado por el alcalde Rudy Giuliani en Nueva York a principio de los noventa, convirtiendo en policías a jóvenes ciudadanos proclives a la delincuencia barrial, controlando substancialmente la violencia en esa urbe. La diferencia es que la preparación previa de un policía neoyorquino y las sanciones a cualquier agente que colabore con los delincuentes, son infinitamente diferentes aquí y allá, con el colofón de que las cárceles son de verdad, no discriminan, no dan “permisos” para pasear y las sentencias se cumplen hasta el último minuto de su vencimiento.

La prudencia aconseja no buscar un remedio peor que la enfermedad. Luce razonable mejorar la calidad de los policías existentes y eliminar los elementos contaminantes.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas