Nuevamente los transportistas

Nuevamente los transportistas

San Cristóbal ha sido en estos días escenario de enfrentamientos entre choferes que dejaron balance de decenas de heridos y perjuicios económicos por la interrupción del transporte entre la capital y las poblaciones del suroeste.

Una vez más y sin que ninguna autoridad pudiera impedirlo, una disputa por el control de rutas  que conectan la capital con las poblaciones del suroeste, afectó seriamente a los usuarios del servicio de pasajeros.

Se impuso, otra vez, el estilo abusivo y desconsiderado que emplean los sindicatos choferiles para dirimir sus diferencias y hacer valer su voluntad por encima de cualquier autoridad.

El pasajero sufrió nuevamente las consecuencias de esta especie de secuestro.

Los sindicatos de transportistas, o más bien las empresas de transporte disfrazadas de sindicatos, aunque viven del pasajero, lo maltratan frecuentemente y lo utilizan como especie de rehén cuando se les antoja.

Los usuarios no deberían pagar las consecuencias de pleitos entre sindicatos, y mucho menos estar expuestos a agresiones de éstos.

Las autoridades tienen que tomar medidas para solucionar esta situación. Lo primero es educar a los choferes y sus representantes sindicales, para enseñarlos a respetar los derechos de los demás.

Caos en la Duarte con París

La intersección Duarte-París es la antítesis del orden que se ha ido imponiendo a lo largo de la avenida Duarte. Vendedores de toda clase de mercancías, desde frutas y víveres hasta efectos ferreteros, ropa y calzado, han tomado el espacio y dificultan  la circulación de vehículos y peatones.

Es la muestra más elocuente de lo que ocurre cuando un problema que empieza pequeño se deja crecer por sus fueros. El elevado que atraviesa la zona sirve de cobija a los vendedores y a los “agregados”, que van desde carteristas hasta prostitutas.

La Alcaldía del Distrito Nacional ha logrado adecentar la avenida Duarte, insertando un barrio chino y regulando el estacionamiento de vehículos.

Pero el mercado de la Duarte con París es otra cosa. Es un problema que se ha dejado crecer y cuya solución implica costos políticos a los que parecen temer las autoridades.

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