Durante dos meses, 60 científicos de 13 países han peinado las profundidades que rodean la Dorsal Atlántica, la mayor cordillera del mundo, para desvelar los misterios de una de las zonas del océano Atlántico más desconocidas.
El resultado ha sido MAR-ECO, una de las expediciones marinas más detalladas de la historia que ha puesto al descubierto en aguas del Atlántico norte lo que podían ser varias nuevas especies de peces y calamares en lo que hasta ahora se consideraba una especie de desierto marino.
La Dorsal Atlántica es una cordillera que parte el océano Atlántico en dos, desde Islandia hasta un punto a 7.200 kilómetros al este del extremo sur de Suramérica, con picos submarinos que alcanzan los 5.000 metros de altura y con un ancho de base de 1.500 kilómetros de este a oeste.
El estudio de esta zona del océano ha sido muy difícil hasta el momento porque, tal y como explica a EFE el noruego Odd Aksel Bergstad -responsable del proyecto MAR-ECO- analizar la Dorsal era como querer pasar un arrastrero por los Pirineos o los Alpes.
Pero la situación ha cambiado en los últimos años con el avance de nuevas tecnologías que se han aplicado a la expedición MAR-ECO, como los eco-sounders, un sofisticado tipo de sonar que ha podido captar animales de pocos centímetros de longitud a una distancia de hasta 3 kilómetros por debajo de la superficie marina.
Este sonar -tan preciso como el radar utilizado para guiar a los aviones comerciales en el aire- ha dirigido las pesquisas de vehículos remotos, auténticos robots que desde el barco nodriza G.O. SARS, el centro neurálgico de la expedición, descendían para fotografiar la vida en el fondo del mar.
En total, más de 200 especies de peces de aguas intermedias han sido identificadas, así como cerca de 100 especies abisales que viven en los fondos marinos. EFE
ABREN EN GALÁPAGOS PESCA DE ANIMALES SUPUESTAMENTE AFRODISÍACOS
La Autoridad Interinstitucional de Manejo (AIM) del archipiélago ecuatoriano de Galápagos autorizó la pesca de pepino de mar, un animal cotizado especialmente en países asiáticos por sus supuestos poderes afrodisíacos.
Edgar Muñoz, director en funciones del Parque Nacional Galápagos, informó hoy a EFE de que se ha decido permitir a partir del día 12 la captura de cuatro millones de pepinos de mar durante sesenta días en zonas en la que la especie no está en peligro de extinción.
No se podrá pescar en las zonas bañadas por el canal Bolívar de la isla Fernandina e Isabela, así como tampoco en la isla Floreana, precisó.
Esas son las zonas de reproducción y reclutamiento de los pepinos de mar, anotó Muñoz, al indicar que en una reunión que anoche presidió el ministro de Ambiente, Fabián Valdivieso, cinco de los siete grupos de la Autoridad de Manejo votaron a favor de la restricción.
La pesca de pepino de mar, de la familia de las holoturias, atravesó en los últimos meses por una serie de inconvenientes ante el rechazo de los pescadores artesanales de acatar la disposición de las autoridades de limitar el número de ejemplares capturados así como las zonas de pesca.
Los pescadores exigían una pesca abierta y en todo el archipiélago.
En junio pasado, un juez acogió un recurso de amparo interpuesto por los pescadores artesanales que se negaban a acatar las restricciones, por lo que la pesquería de pepino de mar quedó suspendida mientras se resolvía la controversia judicial.
Posteriormente el ministro de Ambiente impugnó el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, que ratificó la decisión inicial de la AIM de restringir la pesca.
Este proceso duró sesenta días y la pesca, que debió producirse entre junio y julio pasados, recién comenzará el próximo día 12. EFE
EL DINOSAURIO-AVE PODÍA VOLAR HACE 147 MILLONES DE AÑOS
El archaeopteryx, el posible eslabón entre los dinosaurios y las aves, tenía hace 147 millones de años una capacidad para volar similar a la de los pájaros actuales, según un estudio que publica la revista científica británica Nature.
Gracias al ordenador, expertos del Museo de Historia Natural de Londres han reconstruido el cerebro y oído interno de esa especie, el ave fósil más antigua que se conoce, de un tamaño parecido a una paloma pequeña y que vivió en Alemania durante el Jurásico Superior.
Según los científicos, esas partes del cuerpo del dinosaurio-ave han resultado ser tremendamente parecidas a las de pájaros comunes como gorriones, loros o águilas, lo que podría reabrir el debate sobre el origen de las aves y cuándo empezaron a volar.
Si el vuelo estaba tan avanzado en la época del archaeopteryx, ¿entonces los pájaros volaban millones de años antes de lo que hasta ahora pensábamos?, se preguntó Angela Milner, que ha dirigido la investigación.
Ahora que sabemos que el archaeopteryx era capaz de controlar el complejo asunto de volar, esto provoca más preguntas, apuntó la experta, que lamentó no tener más fósiles que permitan hacer más averiguaciones.
La investigación publicada en Nature indica que las proporciones del cerebro y la forma del oído interno de esa especie son prueba de que podía volar y que contaba con una visión y un sentido espacial desarrollados.