Uno de los desafíos del tiempo presente es que, paradójicamente en un mundo de tanta diversidad tecnológica en materia de comunicaciones, prevalecen acciones destinadas a coartar el libre acceso a medios y fuentes de información, aunque en muchos casos los intentos resultan fallidos porque las noticias fluyen y llegan al público por una amplia gama de vías.
El principio básico que debe prevalecer en sociedades libres y democráticas y con mentalidad de apertura y nunca de exclusión, es que los ciudadanos tengan siempre la posibilidad de seleccionar dentro de opciones abiertas y atendibles, de acuerdo a sus particulares criterios y opiniones en todos los órdenes del conocimiento y de los hechos.
Las prohibiciones, obstáculos o límites a la difusión amplia y plural a través de medios de comunicación, sea por motivos económicos, políticos o de competencia mal concebida, tienden a producir por igual efectos trastornadores para la libertad y la elección o selectividad a que tiene derecho el público.
Las imposiciones y condicionamientos en cuanto a informaciones, opinión pública o cualquier tipo de manipulación mediática son inadmisibles y quienes las intentan subestiman, ya sea desde el estamento estatal o privado, la capacidad de la gente de advertir la forma en que se les trata de dirigir en su conducta y pensamiento.
Por esa razón es injusto, contraproducente y a todas luces carente de explicación racional o sustentación la forma en que se dispuso sacar del aire la señal de Televisión Dominicana para privar a la comunidad dominicana residente en el exterior del canal que les informa sobre lo que acontece en su país.
La odiosa medida, que entró en vigor el 31 de agosto, fue anunciada por DirecTV, que de esta manera mostró su rostro de desprecio e insensibilidad frente a una comunidad hispana y un canal como Televisión Dominicana, con un alto posicionamiento en el ranking de audiencia.
A pesar de estos elementos e ignorando todo lo que Televisión Dominicana ha aportado y el perjuicio que su salida del aire producirá a millones de personas, DirecTV siguió adelante, mientras mantiene en su plantilla espacios donde se asigna a los animales mayor atención e importancia que a los humanos.
Por ejemplo, ¿cómo es posible que se excluya la señal de Televisión Dominicana, mientras DirecTV tiene un canal para que vean los perros (no para la gente que le gustan los perros, sino para que los perros se sienten en su sofá a ver).
Esto ha llevado inequívocamente a la conclusión de que el objetivo de DirecTV es que no haya un canal para los dominicanos y tampoco para hispanos de otras nacionalidades que también como pueblos hermanos se interesan por nuestros asuntos y los intercambios en materia económica y cultural.
La respuesta frente a esto tiene que ser rápida y contundente, mediante una campaña de denuncia y presión encaminada a que la medida sea reconsiderada dentro de poco tiempo.
Por eso ha concitado gran apoyo y atención el llamado para que los dominicanos se dirijan a AT&T y DirecTV a exigir que vuelva a poner en el aire a Televisión Dominicana. Para unirse a este pedimento en favor de la pluralidad informativa en la televisión se ha pedido llamar al teléfono de DirecTV, 1-800 351-5000 para expresar el sentimiento dominicanista, confiados de que la unión hace la fuerza y que la razón debe imponerse.