Como todo Año Nuevo, el 2022 trae esperanzas e ilusiones personales, familiares y universales. La gran preocupación es sobre las perspectivas de la pandemia: ¿terminará?, ¿continuará? ¿se agudizará?
El comienzo no ha sido alentador con la irrupción de una nueva variante, muy contagiosa, que ha llevado a niveles récords el contagio por todas partes. En EEUU, que también sufre ser “primero” en esto, registró un millón de contagios en un día, en tanto Europa marca hitos sin precedentes.
Mientras la infección se expande indetenible, el gran consuelo es que están muriendo, relativamente, menos personas sin percatarse, esperemos que solo algunos, que no se habla de dólares más o dólares menos, sino de vidas humanas, todas valiosas, que, en su mayoría pudieran salvarse.
Muchas vidas se habrían salvado y muchas familias no habrían de llorar y sufrir si en este mundo en el que unos hablan mucho de derechos humanos de manera fría, sin al parecer saber y sentir qué significa realmente, fueran consecuentes.
Seguimos viviendo en un mundo donde lo humanitario es cada vez más “anémico”. Semanas atrás el presidente Biden explotó con relación a las redes sociales y los bulos contra las vacunas y exclamó textualmente que “están matando gente”, después intentó enmendar la plana, pero lo dicho, estaba dicho y no debería haber arrepentimiento por haberlo denunciado porque tuvo razón.
El problema es que no es la única forma en que se ha estado “matando gente”. Igualmente ha sido criminal restringir de facto el acceso de vacunas a las naciones pobres porque, por un lado, los ricos acapararon desmedidamente, y, por otro, los propios ricos, han protegido las patentes de sus farmacéuticas para que siguieran acumulando beneficios con los antídotos que obtuvieron con fondos públicos.
Mientras seguimos sumando cientos de miles de muertes, las cinco principales farmacéuticas de occidente, habiendo obtenido beneficios por más de 60 mil millones de dólares en 2021,
pronostican, sin sonrojo ni vergüenza, que para 2022 esperan ganancias por más de 130 mil millones.
Sudamérica va bien en vacunación gracias, esencialmente, aunque algunos sufran, a vacunas chinas y rusas. Centroamérica, en general, no va bien y África ha vacunado a menos del 8% de sus habitantes. COVAX, mecanismo que se creó para enviar vacunas a los pobres, apenas ha distribuido mil millones, 20% de ellas, de nuevo, han sido chinas.
Dejemos la tontería de la “diplomacia” de las vacunas; en el mundo urgimos de más humanidad y menos avaricia.