Nuevo escenario para el P.R.D.

Nuevo escenario para el P.R.D.

REYNALDO R. ESPINAL
Ni en el entorno perredeísta, ni mucho menos, en los sectores bien informados sobre las intimidades de nuestra política vernácula, se albergaban mayores dudas en torno a la pujanza y fortaleza que desde sus inicios ha mostrado la corriente interna que postula por la nominación del ingeniero Miguel Vargas Maldonado a la Candidatura presidencial por parte de esa importante agrupación política para las próximas elecciones presidenciales.

Todo parece indicar que este liderazgo emergente, pero de consistente solidez, del ingeniero Vargas Maldonado, tiene su explicación en un trabajo silente pero sostenido de solidaridad y acompañamiento partidario, sobre todo en momentos difíciles como los que ha sufrido y sufre el Partido Revolucionario Dominicano, cuyos líderes, cegados las más de las veces por miopes cálculos inmediatistas, han obstruido las posibilidades de que el mismo pueda preservar el poder y realizar desde el mismo las ansiadas y aún insatisfechas aspiraciones del pueblo Dominicano.

Yerran, sin embargo, quienes pretendan explicar el creciente ascenso de la popularidad interna del ingeniero Vargas Maldonado como resultado exclusivo de su largueza y bonhomía con sus correligionarios y sus amigos. Se ha estatuido como una verdad axiomática por parte de los estudiosos del fenómeno del liderazgo que nadie puede llegar a ser un líder en ninguna dimensión de la existencia, entre ellas, en la actividad política, si no está dotado de singulares atributos personales que lo capaciten para la delicada como exigente responsabilidad de dirigir.

Basta haber tratado de cerca al ingeniero Vargas Maldonado para percatarse, al vuelo, de que se está ante un ser humano mesurado y decente, dotado de firmeza y don de mando; una persona que razona, planifica y sabe escuchar y que practica a pie juntillas la virtud que el gran Azorín denominó “Eubolia”, la que vendría a traducirse como “discreción de lengua”, virtud tan rara como escasa entre los políticos del patio tan dados a denostar y destruir reputaciones.

Lo que, sin embargo, entraba dentro del terreno de lo incierto, era el escenario en el cual correspondería al ingeniero Vargas Maldonado y su grupo competir por la nominación interna. Fatídicos vaticinios, inspirados en las lecciones de una funesta historia partidaria de insensatas divisiones, llegaron a considerar un utópico delirio que los integrantes de la “corriente unitaria” dieran muestras de madurez y prudencia y escogieran de entre ellos a quien entendieran con mayores posibilidades de competir junto al ingeniero Vargas Maldonado por la nominación interna. Tal cosa hubiera resultado un terrible revés en un momento en el que esa agrupación política precisa de rearticularse y escoger una candidatura presidencial que goce de incuestionable legitimidad y mayoritaria adhesión y simpatía.

Para alegría de muchos, y natural disgusto de otros, el parto ha resultado menos doloroso de lo esperado y la corriente unitaria en un sabio y admirable ejercicio de madurez ha escogido a la doctora Milagros Ortiz Bosch para competir por la nominación interna junto al ingeniero Vargas Maldonado.

Demás está ponderar las conocidas virtudes de esta mujer excepcional: su talento y perspicacia, su sentido de pertinencia partidaria, su honradez y mesura así como su defensa a ultranza de la institucionalidad y la modernización del partido y del país, su discurso inclusivo y tolerante.

Ha recaído sobre el ingeniero Vargas Maldonado y la doctora Ortiz Bosch la ingente responsabilidad histórica de liderar la conducción, nueva vez, del P.R.D al poder. Pocos dudan de su idoneidad para esta delicada misión, por lo demás vital, en una coyuntura tan singular como la presente en que el Dominicano común, harto ya de discursos rimbombantes y pseudos paraísos mediáticos, aspira, no tanto a navegar raudo por el ciberespacio, como a levantarse cada día y tener la certeza de que sus hijos podrán ir a la escuela y comer al mediodía.

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