El término posicionamiento (Trout y Ries) tiene un valor inestimable en cuanto al diseño de una estrategia de mercado exitosa. Los grandes personajes, artistas, deportistas tienen un positioning en nuestras mentes, debido a que sus rasgos y sus hazañas han quedado diferenciadamente cincelados en la memoria colectiva.
Entre los que han estado en el gobierno de las naciones (que no siempre han gobernado), ha habido libertadores, fundadores, pacificadores, anexionistas, traidores, tiranos, estadistas y pseudo estadistas, administradores, gerentes, líderes y muchas variantes degeneradas y caricaturescas de los anteriores; según los rasgos de personalidad y estilos de ejercer el poder otorgado por el pueblo (o arrebatádole).
En el mundo ha habido líderes visionarios, con proyectos espirituales personales y colectivos. Estadistas que han establecido objetivos y principios fundamentales para el desarrollo institucional del Estado. A menudo ha sido polémico el situar a algunos de nuestros presidentes cualquiera de esas categorías.
Muchos nunca ejercieron propiamente la función de gobernar (pararse en el home con un bate no es lo mismo que ser bateador). Por todo lo cual, desde la perspectiva histórica, hay mucha oportunidad para los que futuros gobernantes encuentren brechas, nichos y hasta troneras entre los vacíos jamás llenados por los que han ocupado el puesto. Por ejemplo, alguien capaz de gobernar con criterio de administrador, capacidad gerencial y un cierto liderazgo, suficiente para que los ciudadanos acepten determinados disciplinamientos y sacrificios.
Un gobernante que pueda usar con eficiencia recursos escasos y de uso alternativo, para obtener metas múltiples, pero jerarquizables en cuanto a urgencia e importancia. Que tenga sentido y vocación de orden público, de saneamiento económico, que se dedique a resolver algunos de los principales problemas de esos que nunca se han resuelto, de esos a los que nunca nadie les ha marchado frontal ni oblicuamente. Ese sería su gran brecha, su positioning único, original e irrepetible. Para ser lo que nadie fue nunca, hacer lo que nunca se hizo: un ámbito amplísimo de grandes oportunidades.
Danilo Medina tiene la gran oportunidad de llenar ese espacio vacío en la mente y el corazón de los ciudadanos, especialmente porque pocos han tomado en serio el ejercicio de gobernar. Con solo ser menos mentiroso y demagógico; más dedicado a trabajar que a simular; menos francachela y turismo de Estado; gerenciar a sus ministros, diseñando, monitoreando y reformulando programas de trabajo; administrar por objetivos, no del centenio, sino del año, de cada mes; dar mazazos en la mesa (que compre un mallete, no prestado ni regalado, para que nadie le cobre favores); que destituya y someta malversadores y prevaricadores de su gobierno y de los pasados, para que se sepa que la cosa va en serio.
Con eso tendremos de sobra, porque ya nos cansamos de conceptualizados y falsos manos duras. Necesitamos gobernantes modestos, que no necesiten aplausos ni vanaglorias, ni lujos ni yipetas, ni se humillen a los blancos. Alguien con sentido bíblico de ponerse en la brecha, para hacer lo que Dios quiere que se haga por su pueblo.