Xenofobia no es el término para significar los mecanismos de auto preservación de los lugareños respecto a la presencia masiva de desconocidos, indocumentados, que no comparten patrones lingüísticos y culturales con los locales; tampoco al temor a extraños sin vinculación familiar o laboral conocida y que pueden eludir cualquier responsabilidad civil por actos violatorios de las leyes locales.
No existe sobre la tierra un pueblo que acepte lo desconocido, lo indescifrable e impredecible. Por ello están preocupados eminentes ciudadanos puertoplateños, ante un asentamiento de ciudadanos haitianos indocumentados en un área construida y urbanizada con fondos y supervisión de agencias extranjeras.
Nuestro país, más que muchos otros, suele acoger con beneplácito a ciudadanos y gentes que ingresan con autorización de nuestro Gobierno, con apego a reglas de migración comúnmente aceptadas, es decir, en orden, con identificación personal y con un claro destino laboral para los adultos y escolar para los menores.
Pero un gueto de indocumentados extranjeros es muy probablemente una fuente de problemas y conflictos de corto y largo plazos.
El actual caso chileno debe enseñarnos algo al respecto. Aunque increíblemente los medios informativos dan muy poca noticia, la rebelión que se vive en el sur chileno muestra que los araucanos, pese a cientos de años de dominación española y chilena, nunca fueron debidamente asimilados por la sociedad y cultura chilena; salvo el idioma y, obviamente, una serie de costumbres europeas asimiladas por los aborígenes; quienes hoy se organizan y protestan exigiendo la devolución de sus tierras, ancestralmente heredadas.
Los chilenos tuvieron siempre dos tipos de indios: por una parte, los históricos, buenos y valientes, que se honran como héroe nacionales; y, por la otra, los “indios de porra”, ignorantes, pobres y borrachines que están en reservaciones, o abundan por mercados y lugares depauperados.
Según declaraciones de uno de sus líderes, lo único que los hace sentirse chilenos es el fútbol (acaso, porque el equipo más popular, el Colo Colo, debe su nombre a un héroe indígena. Colo Colo es Chile, según el eslogan del equipo).
En Quisqueya hubo exterminio total de los aborígenes. En otros países de América la integración de etnias no se ha producido correctamente. En Estados Unidos hubo exterminio y forzada reducción a reservaciones territoriales.
En Europa los barrios o guetos de inmigrantes suelen ser lugares donde las autoridades nacionales controlan muy deficientemente.
En nuestro país, la Policía no tiene control sobre ciertos barrios capitalinos, y hay áreas inaccesibles para la policía y el sistema de autoridad y orden públicos.
Entendamos, que la preocupación de los “portoplatenses” debe ser atendida sin demora, pues se trata de la paz y seguridad de la región. Otro tanto debe hacerse respecto a Bávaro, donde hay áreas repletas de haitianos indocumentados.
Los dominicanos debemos evitar que estos problemas se nos vayan de las manos y sean motivo de descrédito e intervencionismo internacional, incluso de organismos y delegaciones amigas y con buenas intenciones; afectando la imagen de amigables y buenas personas que tenemos ante nuestros visitantes, mayormente en esas regiones costeras.