Miembro de una honorable, prominente y larga familia oriunda de Barahona, el nuevo ministro de las Fuerzas Armadas dominicanas, teniente general Joaquín Virgilio Pérez Feliz (Vitico), podemos afirmar que desde muy joven quizo ser militar. Por su instinto y fuerte carácter tenía arraigada la vocación de guardia, contrario a la mayoría de sus compañeros de esa generación que estabamos comprometidos con la lucha política.

Quien suscribe fue su vecino por más de diez años en la calle Duvergé número 13, de la citada provincia suroestana, y podemos dar testimonio de su disciplina, buen comportamiento, honestidad, vida austera, apego a la ley y el orden.

De sus progenitores, especialmente su padre, conocido con el apodo de Buchinche, próspero terrateniente de la sección del Cachón, era un hombre en extremo trabajador, a cuyos hijos allanó el camino para que fueran brillantes profesionales: médicos, abogados, ingenieros, administradores de empresas y farmacéuticos como el doctor Elizardo Pérez Espinosa, galenos de renombres como Erineldo Pérez. Beltrán, Aquino y Héctor Pérez Espinosa completan esa lista.

El hoy flamante ministro ha escalado a la más alta posición del estamento militar, lo que constituye un orgullo para todos los barahoneros, particularmente los que fuimos sus amigos de infancia y sabemos que no le fallará al país ni a su comandante en jefe, el presidente Fernández.

Con la benevolencia de este prestigioso periódico, rendimos homenaje póstumo al ingeniero Félix Manuel Pérez Féliz, ido muy a destiempo, hermano menor de padre y madre del ministro, y quien estamos seguros, desde el cielo, estará celebrando el éxito de Vitico, como aquí en la tierra lo hacen Freddy y Vanessa, sus otros hermanos.

La nación espera que cumpla cabalmente el compromiso de combatir la  delincuencia, el narcotráfico y todas las expresiones del crimen organizado.