Nuevo secretario general y
en la ONU iguales problemas

Nuevo secretario general y<BR>en la ONU iguales problemas

POR  EDUARDO KLINGER PEVIDA
Una China comunista ya con bombas nucleares al inicio de los setenta y fuera de la ONU era vista como un peligro por el gobierno norteamericano que avanzó a una negociación que lo llevó al reconocimiento del régimen comunista, el retirar el trato de Taiwán como representante de China e incluso a suspender sus vínculos diplomáticos con el mismo, comprometiéndose con el gobierno de Beijing al principio de una “sola China”.

Se aprovechó el momento -1973- para introducir algunas reformas en la ONU. Se amplió el Consejo de Seguridad de 9 a 15 miembros. Se mantuvieron los asientos permanentes para las cinco potencias, pero ahora se sacó a Taiwán y se le dió el puesto correspondiente a China a la República Popular -comunista-. A su vez, se amplió la membresía no permanente a 10 por períodos iguales de dos años, con grupos alternativos de cinco cada año, y sobre una igual base de representación regional. El privilegio del veto quedó intacto así como los demás resortes de control del funcionamiento de la organización.

En los años subsiguientes a las primeras reformas que se introdujeron en la ONU continuaron incorporándose nuevos países al concierto internacional de naciones tanto por la vía de la descolonización como por otros procesos más recientes, como fue la desintegración de la URSS en 15 repúblicas, la división de Yugoslavia, la separación de Checoslovaquia -repúblicas Checas y Eslovacas- etc. para llegar a los 192 integrantes de la Organización de hoy día. Y sigue aumentando.

En consecuencia, desde 1995, al menos, se viene reconociendo la necesidad de introducir cambios en el funcionamiento de la institución. Entre ellos se incluye una gran ampliación del Cuerpo del Consejo de Seguridad. Los criterios recogen el incluir a Japón y Alemania como nuevos Miembros Permanentes sobre lo cual prácticamente no hay oposición.

Los problemas surgen cuando se trata de temas que comprenden un intento de democratización como lo sería, por una parte, que las regiones tengan como Miembros Permanentes a los representantes de los países de mayor peso económico y poblacional. Pero no hay consenso si se trataría de uno de los países o de al menos dos. Ello dependería de a cuantos miembros se decida extender el Consejo. En nuestra región en el primer caso se trataría de Brasil y en la segunda opción se incluiría a México.

Por otra parte, está el creciente cuestionamiento al privilegio del veto. Un punto a debatir es si los nuevos Miembros Permanentes se les equipararía al derecho al veto para no convertirlos en Permanentes de segunda categoría.

Sin embargo, el punto central de varias de las propuestas apunta a la eliminación de ese privilegio algo que parece bien distante de poderse alcanzar ya que para ello tendrían que estar a favor, precisamente, los privilegiados. Algunos apuntan que como transición se adopte a partir de ese momento un “veto ponderado” o sea, que el voto negativo sea mayoría entre los que ostenten el privilegio del veto ya sean los cinco de hoy o los nueve, u once o quince de mañana.

Mientras tanto, el punto más urgente y vital de debate es el de la necesaria reafirmación de los principios de la ONU sustentados en el multilateralismo y el no uso de la fuerza.

No obstante sus debilidades y falencias, si la ONU no existiera hoy habría que estar buscando la forma de crearla y reformarlas.

El señor Ban Kin-moon está consciente de que el gran dilema que tiene por delante es de hacer recuperar la credibilidad dañada de la Organización como órgano de preservación de la paz y para evitar las guerras, basado todo ello en el accional multilateral dejando de lado cada vez más las acciones unilaterales a que son propensos algunos.

Los propios EE.UU que fueron a la guerra contra Iraq sin autorización del Consejo después tendrían que reconocer la pertinencia de contar con la Organización. En verdad, había todavía mucho margen para utilizar los instrumentos multilaterales antes de haber ido a la invasión como lo reconoció el propio ex-presidente Gerald Ford en una reciente entrevista publicada post morten.

Además, sigue siendo un desafío para la Organización el combate a la pobreza y sus terribles consecuencias y, por lo tanto igualmente, la batalla por el desarrollo socio económico de una mayoría de la población mundial que continúa excluida de las posibilidades -de libertad, diría Amartya Sen, premio Nóbel de Economía- de acceder a la satisfacción de sus necesidades básicas. La lucha contra el flagelo de las drogas y el crimen organizado, de enfermedades, de las migraciones y el tráfico humano, entre otros muchos males.

Continúa pendiente para la Organización poder actuar con eficiencia en la prevención de los conflictos internacionales y evitar las guerras. Ahora, también, tiene que enfrentar la amenaza del terrorismo del que su propio personal ha sido brutal víctima.

La Organización necesita avanzar en el perfeccionamiento de su quehacer administrativo y en la eficiencia del uso de los recursos que la comunidad internacional pone en sus manos. Hoy, la ONU está involucrada en 19 Misiones de Paz comprendiendo a más de 100 mil individuos sobre el terreno.

Sin embargo, quizás el mayor dilema -pero sin dudas crucial- que tendrá que encarar el señor Ban Kin-moon es el de fortalecer el multilateralismo y lograr que todas las naciones acojan el criterio mayoritario de la comunidad mundial. Ese logro parece lejano pero realmente no tendremos la Organización de las Naciones Unidas que necesitamos, y a las que debemos aspirar, hasta que ese objetivo sublime no se haga realidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas